Aunque de apariencia pequeña y frágil, los que le conocieron, siempre cuentan que fue una persona grande y de
inmensa humanidad. Esta primavera murió y su madre hizo público el
documento que más abajo reproduzco, que Paco Guzmán Castillo (de 37 años) dejó escrito en su ordenador para
tranquilidad de los amigos y enemigos en caso de que no volviésen a
verlo por esas vicisitudes tan extrañas de la vida. Con toda la ironía y
toda la ternura del mundo lo tituló "Panegírico" (de pan -todo- y gyrikos, que proviene de agyris -pueblo-, o sea «todo el pueblo» y se refería a un "discurso apto para toda la gente"):
en realidad, no escribía su oración fúnebre sino un elogio al mundo, a la vida, a los amigos, y escribía también un (nuestro)
consuelo, esa oración para clavar en el corcho de la habitación; Y es que
Paco resultaba ser un tierno muy cachondo.
Paco Guzmán tenía una licenciatura en Física y otra en Humanidades y
trabajaba como becario investigador en el Instituto de Filosofía del
CSIC. Además era diverso funcional: nació con parálisis cerebral y para
moverse necesitaba una silla de ruedas. Brillante teórico, fue un
importante activista en el Movimiento de Vida Independiente de España, a
través del foro Vida independiente y divertad (divertad
es la unión entre diversidad y libertad). Entre otras cosas, fue
promotor de un proyecto de asistencia personal llamado Programa de Vida
Independiente; la Comunidad de Madrid dispone de este programa desde
2006 y atiende a 58 personas con diversidad funcional física, mayores de
edad y con una vida activa de estudio o trabajo. En vez de recluirlos
para siempre en residencias que, por muy bien atendidas que estén,
terminan siendo cárceles, el programa ofrece asistencia personal los 365
días al año para poder moverse, salir, entrar, trabajar, pasear y, en
suma, vivir una vida digna de ser llamada así. Es una idea sencilla y
magnífica y sale más barata que las residencias. Al principio, Francisco
contó con 10 horas al día de asistencia personal, que luego fueron
reducidas a siete horas por la crisis. Un tiempo de libertad que él
sabía emplear muy bien.
No le conocí personalmente y lo lamento; lo lamento de veras. Le habia visto en la tele alguna vez pero he sabido mucho más de él y de su grandeza a través este documento que Paco había dejado escrito en su ordenador (y recogido por Rosa Montero en uno de sus articulos) a modo de mensaje final,
un texto que me estalló en la cabeza e hizo que algo se recolocara en ella, y en mi corazón. Sus
palabras están entre las más hermosas que jamás he leído. Entre las más
sabias. Entre las más tiernas y más valientes. Inmensas palabras sanadoras que
deberían ser oídas por todo el mundo, porque CURAN DE LA TRISTEZA DE VIVIR. Hay personas que, teniéndolo todo en apariencia, no son capaces
de sobrellevar el peso de la existencia y se suicidan o se hunden en la
droga. Paco, en cambio, parecía carecer hasta de lo más básico,
como si el azar se hubiera ensañado con él. Y, sin embargo, su amor a la
vida nos emborracha. Pero prefiero callar, porque su voz es mucho más
poderosa que la mía.
PANEGIRICO
He visto las nubes pasar como algodones bajo mis pies sobre el valle del río Deva, en Cantabria.
He bajado sin frenos en la silla, a tumba abierta, como los ciclistas, un viejo puerto en la sierra de Madrid, con la única convicción de que yo y quien empujaba y derrapaba en las curvas, éramos capaces de hacerlo. Teníamos 12 años.
En un sábado estival del 94 descubrí cruzando el Puente de Londres que se hablaba más español que inglés. Y he divisado una gaviota cruzar Times Square y perderse entre los edificios de Manhattan, como un sueño desesperado en busca de un puerto.
He amado mucho, hasta querer morirme, fijaos que disparate… y no tengo noticia de haber sido correspondido, tan solo indicios, destellos confusos, y algún que otro chasco. Finalmente el acontecimiento no tuvo lugar… queda pendiente para la próxima vida.
Sin embargo, he practicado relaciones sexuales plenas, más de lo que la mayoría probablemente habría imaginado, y mucho, mucho menos de lo que me hubiera gustado en la vida. No lo comentaba casi nunca para evitar desaprobaciones inútiles e innecesarias. Pero en esta lista de cosas por las que mi vida ha merecido la pena el sexo no podía faltar.
Me he asomado a los misterios del Cosmos. Aprendí que el Universo es muy grande y las posibilidades infinitas, así que no desesperéis. Pero decidir es hacer camino, y nunca se puede retroceder, aunque lo parezca, podemos volver a un mismo tiempo y lugar, pero siempre pagaremos un precio y nunca seremos los mismos. Eso se llama entropía.
He recorrido los otoñales bosques de la cultura de papel, la Historia, la Literatura y la Filosofía, y descubierto con regocijo que no todo está dicho. Me serví de muchos libros, aunque creo que pasé por más erudito de lo que en realidad era. La mayor parte de mi cultura provenía del cine y la televisión y de una impulsiva curiosidad por todo. Ningún libro o película me pudo dar más que algunos buenos indicios sobre quién era y por qué estaba aquí.
Practiqué la política desde el activismo y desde mi vida cotidiana, que es desde donde mejor se puede hacer sin necesidad de adherirse al poder y al dinero, para poner un granito de arena a eso de cambiar el mundo. Por si hay alguno de los presentes aún no se ha enterado: esto es la despedida de un diverso funcional. Tuve la gran fortuna de vivir como lo hice precisamente porque me permitieron aceptarme y vivir tal cual era.
Podéis felicitar a mis padres si os place, sin duda se lo merecen, sin embargo no olvidéis que no debieran haber sido los únicos soportes durante la mayor parte de mi vida. Las administraciones públicas deben garantizar la no discriminación, la igualdad y la libertad de todos poniendo a disposición los necesarios recursos, incluida la asistencia personal. Me voy con el buen gusto de haber experimentado la auténtica independencia.
Comencé varias veces a escribir mi propia autobiografía, ficcionada naturalmente, pero siempre había algo urgente que hacer y me distraía… lamento que demasiadas veces lo urgente demoró lo importante, y al final el libro quedó sin escribir, y otras muchas cosas quedaron sin hacer.
Lamento al fin dejaros, ahora que empezaba a dejar de tener miedo. Que me desembarazaba de cautelas y obligaciones. Que me permitía, a veces, presentarme ante quien fuera tal cual soy, sin ostentosas demostraciones de paciencia o resistencia, y sin preocuparme demasiado por el futuro. Di pocos pasos por ese camino, me habría gustado saber adónde me habría conducido, seguramente a un lugar bonito y tranquilo de mi conciencia, un lugar que todos deberíamos tener y compartir.
A todos aquellos y aquellas que entendieron mis necesidades y me ayudaron para hacer todo lo anterior posible, tenéis toda mi gratitud. Y a todos con los que compartisteis cualquier cosa conmigo, aunque fuese un desencuentro, se os agradece la oportunidad.
Desde vuestro recuerdo, os quiero
Paco Guzmán
Por último, me gustaria reproducir un articulo publicado por Andres Mencia en "ECO Leganés" que muestra la enorme talla moral de este hombre que se fue perdonando al azar y dándonos una inolvidable lección de la forma más machacona posible: con su vida (y su muerte)
La despedida de Paco Guzmán
Fuente: Andrés Mencía
MI VIDA HA SIDO PERFECTA
“Mi vida ha sido perfecta”, estas fueron, según testigos, las penúltimas palabras de nuestro charlatán Francisco Guzmán Castillo, Paco Guzmán para la mayoría de los que le conocimos, dichas al equipo de médicos del Severo Ochoa, que con dedicación lo han respetado durante estos últimos meses en sus manos. Y aún les dijo más, todo esto unos minutos antes de morir, a las dos menos cuarto de la tarde de ayer: “Lo primero que vi al nacer fueron las caras y las manos de mi madre y de mi padre. Pues bien, eso es lo que quiero ver en el momento de mi muerte. Os ruego, pues, que ahora me dejéis en paz”. Y lo dijo después de agradecerles, (eran por lo menos doce los facultativos allí presentes, que entre él, su madre y la médico internista que lo llevaba, Carmen Romero, habían movilizado a todo el hospital y habían conseguido que todos se desvivieran con él), “os agradezco los cuidados durante estos meses, pero estoy llegando a un punto de mi vida en que ya no os necesito y os ruego, como último cuidado, que me dejéis en paz”. Y le dejaron en paz, y la habitación para él solo y su familia. Y silencio, y las manos y las caras de Paki y de José.
Porque, para resumir a Paco, tampoco ahora mismo puedo saltarme a sus padres. Todos estaréis de acuerdo conmigo en esto: Si Paco ha tenido el privilegio de conquistar la vida y sus placeres, fue porque su padre y su madre creyeron, los primeros, que ese era su derecho.
Pero os recuerdo sus últimas palabras porque poder decir “Mi vida ha sido perfecta” denota mucha benevolencia en quien lo dice, mucho perdón y nada de miedo, ni pizca de miedo, ese pecado que Paco tantas veces confesara, yo creo que por ignorancia: él confundía el miedo con el vértigo, el pecado de los exploradores, que también es pecado. Porque a lo que iba, que hay que estar muy lúcido y ser muy valiente para despedirse de esta vida sin estar cabreado. Y Paco no lo estaba. En el fondo, Paco el lúcido, Paco el crítico, Paco el investigador, Paco el curioso y preguntón, Paco el filósofo no era sino un disfrutador, un vividor, un niño que ha tenido la inmensa fortuna de no dejar de serlo nunca, ni cuando despedía a los médicos ayer y despedía a sus padres, ni cuando leía a Saramago o se acercaba por los cines Renoir a mirar o asistía a clase en la facultad de Físicas o hacía de árbitro en los partidos de fútbol del colegio, que todavía algunos de los aquí presentes recordaréis que sus pitidos siempre fueron la última palabra cuando había un balón en juego.
Repasa uno a Paco y descubre que lo ha sido todo y que ha disfrutado de todas las emociones, lo mismo da en America que en Laponia, Paco abrazó la guía Michelín, buceó en los misterios más intrincados de las Matemáticas o de la Ética, se fajó con mujeres a cuerpo limpio y con hombres a brazo partido, bebió cerveza… vivió muchas vidas, toda su vida, y las vivió a pleno pulmón. Y cuando ya no pudo más, cuando el oxígeno no le alcanzaba por culpa de la neumonía, nos ha dicho adiós con mucha tristeza. Con tristeza, sí, porque había vivido y porque sabía lo que se pierde, porque sabía que esta vida y este momento de la vida, este s. XXI, merecen la pena. En fin, que su tristeza era también un envite, un envite por la vida, su apuesta, su apuesta por esta vida en la que nos quedamos nosotros, sus amigos, sus padres. Porque vivir continúa siendo una inmensa fortuna para todos nosotros y Paco nos lo grita desde su muerte. A todos, Paki, a todos, don José, a todos nosotros: ¡Se puede vivir! ¡¡¡Sí, se puede!!! Gracias, Paco.
Twitter: @BrunaHusky
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