
¿Somos buenos (o malos) de nacimiento?. ¿Nacemos buenos y nos malogramos, o nacemos malos y mejoramos con el tiempo?. Éste es un tema recurrente en la historia del hombre. San Agustín, filósofo romano del siglo IV, decía que nacemos con el pecado original y sólo nos puede salvar un poder divino. Thomas Hobbes, filósofo inglés del siglo XVI, menciona que somos seres salvajes y egoístas, y que nuestra evolución tiene mucho que ver con nuestra sociabilidad. Jean-Jacques Rousseau, ilustrado del siglo XVIII, argumenta que nacemos buenos y preocupados por el otro, aunque eso se puede torcer a la mas mínima. Pero no sólo la filosofía se preocupa por esto, también la ciencia ha intentado estudiar los comportamientos humanos con el animo de dilucidar esta cuestión.

Prueba tras prueba, investigadores y científicos, vienen comprobando que los BEBÉS de ¡¡¡CUATRO A SEIS MESES!!! muestran ya una predilección por quienes actúan de una manera correcta. Esto ha llevado a concluir que la moralidad viene de nacimiento, es decir, no somos buenos SOLO porque nuestros padres y educadores nos enseñen a serlo, sino porque ya venimos preparados de fabrica para ello.

Para comprobar si los bebés tienen conceptos morales, la profesora Kiley Hamlin, de la Universidad de la Columbia Británica, en Vancouver (Canadá), ha creado un escenario muy básico: una empinada cuesta de color verde donde interactúan tres formas geométricas, equipadas con ojos que les dan una apariencia más humana. El protagonista es un CIRCULO rojo que intenta llegar a lo mas alto de la pendiente:
1.- la primera escena lo muestra en solitario, resbalando por el camino, incapaz de conseguirlo por sí solo.
2.- a continuación, un CUADRADO de color azul se convierte en su aliado y lo empuja desde atrás, ayudándole así a conseguir su objetivo.
3.- acaba la escena y se baja un telón negro que marca la transición a la tercera parte del show: de nuevo aparece el CIRCULO en solitario y, cuando está a punto de alcanzar la cumbre, entra en escena un malvado TRIANGULO amarillo que lo devuelve sin compasión hasta la planicie donde comenzó su esforzada andadura.
Al terminar cada una de las historias, repetidas varias veces para tener la seguridad de que el pequeño se habitúa al argumento y lo entiende, llega el momento del veredicto. En una mesa ante cada espectador (cuya edad oscila entre los seis y los diez meses) se colocan los tres personajes decisivos: el que hace de protagonista, el CIRCULO rojo, el colaborativo CUADRADO azul y el fastidioso TRIANGULO amarillo. El resultado se medirá en función de cuál prefiera coger y tocar en primer lugar el bebé. Pues bien, el dictamen de este tierno y jovencisimo jurado no admite lugar a dudas: “La inmensa mayoría se decanta por el personaje más positivo”. Por ejemplo, en una de las tandas de pruebas, el 87,5% de estos bebes preferían agarrar la figura REDONDA, por pura simpatia. Más impresionante todavía resulta este dato: el 100% de los más pequeños del examen, los que tenían menos de seis meses, ignoraron sin excepción a la pérfida figura del TRIANGULO amarillo.

Mas allá de todo esto. Si vemos en el cine una película infantil, es posible que en algún momento se produzca la típica reacción del aplauso entre los mas jóvenes cuando el bellaco recibe, al final, su merecido escarmiento. ¿Que ocurrirá si ponemos a un bebé ante una situación similar?. También se hizo, y con un argumento y unas figuras algo diferentes a todo lo anterior. Primero se desarrollan escenas repetidas tantas veces como sea necesario para que al bebe le quede claro quien es el bueno y quien es el malo. Y luego se desarrolla una escena en donde el malo quiere hacer algo (sacar pelotitas de una caja, concretamente) y el bueno se lo impide. Los niños de ocho meses que asistieron a esta doble representación mostraron su aprobación cuando la figura que se había comportado mal o injustamente recibía su merecido, le daban de su propia medicina. Parece que los bebes entienden que "no es tan reprobable ser malo con alguien que antes fue malo con otro".
Así, prueba tras prueba, el mensaje lanzado por los bebes desde su aparente candidez parece hacer una distinción clara y prematura entre el bien y el mal, con predilección por lo primero.
Para terminar, y a modo de conclusión, podemos hacernos varias preguntas:
✹✹ ¿A partir de que edad un ser humano es capaz de hacer daño a otro?
Mientras no haya autonomía motora, parece imposible. Pero cuando el pequeño empieza a desplazarse, aunque sea a gatas, ya pueden dar indicios: algunos disfrutan haciendo daño a sus compañeros de guardería y torturando pequeños animalitos en el recreo, a espaldas de sus educadores.
✹✹ ¿Y se observan diferencias de genero? ¿Quienes son mas malos, los chicos o las chicas?
Los chicos se pelean mas que las chicas y, ademas, una vez producida la refriega se pasa a otra cosa como si nada hubiera ocurrido. Las chicas son mas de complots para calumniar y marginar y, también, suelen recordar en mas ocasiones y mas nítidamente los agravios acaecidos.
✹✹ Como especie ¿siempre fumos violentos?

Las tácticas de ataque y defensa son, precisamente, las que nos han colocado al frente de todos los demás seres vivos. La agresividad es una de las habilidades de la conducta humana que nos hace competitivos y autosuficientes.
✹✹ Y entonces ¿tiene ventajas la cooperación?
La cooperación nos sale mas a cuenta que la competencia. Si el ser humano ha sido capaz de ocupar y colonizar todas las variedades climáticas y naturales del planeta (desde el Polo Norte a la Antártida pasando por selvas, mares y desiertos) es gracias a la ayuda mutua, a la cooperación. No hay prácticamente nada novedoso o interesante que podamos hacer en solitario.
✹✹ Si nos conviene cooperar ¿por qué no se extinguió nuestra capacidad de hacer daño a los demás?
Porque hay personas a las que aun les renta ser agresivas o egoístas e impositivas, porque la ganancia individual se sobrepone al beneficio común. Los bonachones, débiles o cumplidores, muchas veces, son utilizados por los que detentan el poder y la fuerza en beneficio propio.
✹✹ Y al revés ¿por qué no se ha extinguido la bondad?
Porque surge espontáneamente, la tenemos instalada en nuestro ADN de serie. Son las circunstancias que rodean a los individuos desde su nacimiento los que le harán determinar si prefieren ser buenos o malos, si van a tener pudor por mostrarse egoístas o colaborativos, y si esas características las ejercitaran en general o con algunos solo. Podemos decir que hay gente que nace sin resortes lesivos aparentes, a los que le resultara extremadamente difícil perjudicar a alguien, y también, verdaderos HPs que no se sienten para nada culpables o dolidos cuando realizan maldades o deslealtades con otro ser humano.
✹✹ ¿El equilibro es entonces el truco para sobrevivir en la sociedad que hemos creado?
La mayoría de nosotros mezcla atributos benignos y malignos. Todos, excepto los buenazos o HPs antes descritos, podemos actuar usando mas unos que otros. Es nuestra decisión y nuestra responsabilidad. Si a alguien posee la suficiente habilidad para mantener redes de cooperación y, ademas, es capaz de imponerse a las adversidades con cierta agresividad y determinación, dicho equilibrio puede ser beneficioso individual y colectivamente. La agresividad solo se convierte en un problema cuando es repetitiva, desmesurada y, sobre todo, IMPUNE.
✹✹✹✹ VAMOS, ¡¡¡QUE HABRÁ MALOS SIEMPRE!!! ✹✹✹✹
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En este punto me gustaría hacer notar una idea de actualidad que

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