Ya me viene tocando los cataplines aquello de la «mayoría silenciosa». Si una mayoría es, por definición, mayoritaria lo que no podría ser, también por definición, es silenciosa. Se la debería notar a leguas. Debería ser cual elefante por cacharería, es decir, sonora, estrepitosa y notable. Y si me toca mas los cataplines es porque recuerdo que así se les denominaba a los adeptos al franquismo mientras éste estaba en el poder. Precisamente se les denominaba así a esa mayoría social española, que contaba con los que ayudaban a su perpetuación por su conformismo ante la autoridad, con actitudes aprendidas y transmitidas generacionalmente desde los años cuarenta desde la autocensura y el sometimiento voluntario, ...... y que contaba, incluso, con los que podrían estar más identificados con la oposición frontal al franquismo pero que no se significaban por su pasividad acomodaticía. Todo esto puede llegar incluso a calificarse de forma suave como servilismo o borreguismo; eso que tanto detesto como sabrán los que "habitualmente" me leen. Recuerdo que en mis tiempos mozos gritábamos durante las manifestaciones políticas y estudiantiles: "Vecinos, mirones, bajad de los balcones". La mayoría silenciosa, apática y observadora de la Transición se instalaba en los balcones, y nos resultaba realmente difícil hacerlos bajar para que participasen de la histórica evolución social y política que se estaba gestando. Y en aquellos momentos, tan solo pretendíamos que bajaran para que se situaran a nuestro lado o enfrente a nosotros. El lugar era lo de menos; nos contentábamos con que manifestaran sus posiciones e idearios.
"Hubo un franquismo sociológico que aún pervive en mayor o menor medida y una retórica del franquismo que recuerda los mejores años, los que fueron de 1962 o 1963 a los primeros de la década de los setenta, y olvida los años de penurias y la crisis económica posterior, que se larvó ya durante el franquismo. En muchos sectores del franquismo sociológico han mitificado los años económicamente buenos, pero hay que recordar que éstos se basaron en exportar parados primero a Cataluña y al País Vasco y luego a Europa". Manuel Vázquez Montalbán
"El franquismo, de ser originalmente un sistema político, se convirtió en forma de vida de los españoles". José Luis López Aranguren
Pues bien, la «mayoría silenciosa» actual de la Cataluña de ahora dicen ser abogados, ingenieros, economistas, funcionarios, amas de casa, carteros, trabajadores sociales, expertos en comunicación y estudiantes con nombres y apellidos. Una mayoría transversal. Nuria, Daniel, Luis Gemma, Anna Maria, Rosario o Pepe (así, sin apellido) forman parte de la «mayoría silenciosa» que dice defender una España unida frente al órdago independentista del presidente de la Generalidad (si hablamos en castellano, se llama Generalidad; no decimos London ni Britanic Parlament). Coordinados por el PP y Ciudadanos (Ciutadans en catalán), se reunieron hace cuatro días en Barcelona y Cornellà de Llobregat, respectivamente, para formar parte del mosaico reivindicativo con el que pretenden lanzar un mensaje inequívoco. No hay medias tintas. La «mayoría silenciosa» presume de incluir a gente de lo más dispar, de todos los perfiles y capas sociales. Al ser preguntados por los riesgos a los que se expone Cataluña con el proceso independentista que Mas lleva a cabo junto con ERC, lo tienen claro: «la fractura social». Y lanzan una afirmación contundente. «No hay buenos y malos catalanes». Lo dicen porque, como muchos otros, consideran que Mas se ha dejado arrastrar por la eufórica corriente independentista que salió a la calle en la Diada y « se ha confundido» una parte con el todo. Recordemos que esta «mayoría silenciosa» se quedó en casa el pasado 11 de septiembre, mientras diez de los doce consejeros del Govierno Catalan participaban en la cadena humana independentista que convocó la Asamblea Nacional Catalana.
Y es que el Gobierno de la nación (la única que hay según la Constitución actualmente en vigor, y que yo nunca voté por pura edad, España) vuelve a utilizar el argumento de la «mayoría silenciosa» que no se manifiesta contra una concentración a la que se opone. Si el presidente Rajoy lo usó en la huelga general del 25 de septiembre de 2012, ahora ha sido el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, el que ha tirado de idéntico argumento contra la Vía Catalana. Fernández Díaz (al que un día incluiré en mi próximo post "Soy fan, pero que muy fan de ...") no se
ahora lo sabemos |
Jorge Fernández Díaz |
Alícia Sánchez-Camacho |
Es necesario llamar la atención a Mariano Rajoy y a sus voceros sobre el peligro que las "mayorías silenciosas" han representado siempre para cualquier democracia. Considerar que en este preciso momento los problemas de la sociedad española se solucionarían si todos siguiéramos el ejemplo de aquellos "que no se manifiestan, que no salen en las portadas de la prensa y que no abren los telediarios"; de esa "inmensa mayoría que está trabajando, el que puede, dando lo mejor de sí para lograr ese objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de esta crisis" no es solo indicio de una falta de sensibilidad hacia la sensatez misma, sino hacia la ignorancia histórica. ¿Acaso Rajoy se está refiriendo a la sociedad silenciosa que vivió bajo el franquismo -recordemos de nuevo: Franco dixit "haga como yo, no se meta en política"- o a los hombres y mujeres autodenominados "apolíticos" que, concentrados en su trabajo y en su vida privada, miraban a otro lado en el contexto del avance nacionalsocialista de Hitler?
No necesitamos para nada a las mayorías silenciosas, sino personas como Alberto Casillas Asenjo, (recordad) el camarero que permitió que un montón de manifestantes se cobijaran de las cargas
Alberto Casillas Asenjo |
manifestación del 25S del año pasado. Alberto, que reconoció haber votado por Rajoy, "pero no por su forma de gobernar", decidió no ser «mayoría silenciosa» ese 25S. Necesitamos a personas como Isabel, que esa misma tarde atendió, arriesgando su integridad física, a una participante de la manifestación que, tratando de escapar "de la ratonera en la que se había convertido Neptuno", había sido disparada "deliberadamente y sin tapujos a la cabeza con una pelota de goma a una distancia no mayor de 10 metros". Cuando esta persona estaba desorientada y herida, Isabel la arrastró "a trompicones" a un garaje donde practicó "unos rudimentarios primeros auxilios". No, no necesitamos a "mayorías silenciosas", sino a ciudadanos anónimos como Rafa, quien, en el momento de más tensión, interpuso su cuerpo entre los descerebrados que reventaron, con y sin infiltrados, la
Rafa, el "tienenarices" |
Es curioso que mientras la inefable delegada de Gobierno, Cristina Cifuentes o la devota Dolores de Cospedal tildaran de "golpistas" a los convocantes del 25S, ahora sus correligionarios alaban el poder y determinacion de esa «mayoría silenciosa» que se opone a la Vía Catalana.
Sr. Rajoy, Sr. Mas, yo soy parte de esa «mayoría silenciosa» que no se manifestó en Cataluña el pasado 11S y le ruego que no tergiverse y mucho menos se apropie de mi silencio. No estuve en la Diada, ese dia que curiosa y anacrónicamente se conmemora la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas al mando del duque de Berwick durante la Guerra de Sucesión Española el 11 de septiembre de 1714, tras catorce meses de sitio. Que no estuviera físicamente allí ese día para manifestar mi apoyo o mi reportación de la tan manida Vía Catalana (estaba en mis quehaceres) no significa que no me indigne ante la forma en que se está llevando este asunto, o por la manipulación por parte de la televisión estatal y autonómica de las imágenes de lo ocurrido.
Yo soy andaluz, nacido en una tierra (gracias mil, querida cigüeña) tolerante por naturaleza que ha visto desfilar por su suelo numerosos pueblos y culturas que nos han hecho precisamente así, tolerantes. A pesar de que, probablemente, tenemos sobradas razones para ser
independientes por ser efectivamente distintos, somos solidarios, socialmente solidarios, y no entendemos eso de andar por la vida metidos en una burbuja que nos impida la interrelación con otros pueblos, otras
nos lo tomamos todo con humor, ....... pero en serio |
Como ha dicho hace poco Jordi Évole (catalan él, pero no yo), yo también "soy un afortunado. El otro día la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría habló de mí. Bueno, de mí y de unos cuantos más. De los que no fuimos a la cadena humana, de esos a los que ella llamó «mayoría silenciosa», ese concepto que debe salir en el minuto 1 de reunión de cualquier Gobierno que ve salir a la calle mucha gente. Tan originales como siempre". Yo también le rogaría que la próxima vez que hable de «mayoría silenciosa» no me cuente entre ellos, que no me ingrese en sus filas y, sobre todo, que no se apropie de mi silencio. Porque puedo asegurar que quedarme en casa y no acudir a lo de la Vía Catalana no significa tener la opinión que ella interesadamente presupone. No me gustaría pertenecer al mismo equipo que algunos/nas ni jugando al mus. Los que creemos aún en los puentes entre Catalunya y el resto de España ya somos minoría en Cataluña y en el resto de España. Y no me extraña tras todos los sinsabores vividos desde el gratuito apoyo de Zapatero a un Estatuto Catalán que, votado en el Parlamento Catalán y cepillado en el Congreso Español, mas tarde fue declarado inconstitucional. Ese, a mi juicio, fue el verdadero punto de infexión en esta crisis de convivencia. Eso fue lo que verdaderamente desilusionó a los catalanes y los hizo desconfiar.
Yo nunca he sido muy de patrias, sobre todo, cuando se usa como arma arrojadiza y provoca guerras. Ni de fronteras; tampoco de banderitas (de la de la Cruz Roja, tal vez). Descolgaría casi todas las banderas existentes si se usan para desunir en vez de para aglutinar. Me incomodan las banderitas españolas en los polos de algunos, en las pulseras de otros, al igual que me incomoda observar como la estelada se ha convertido en adorno habitual de balcones, camisetas, pulseras o zapatillas deportivas en Cataluña. No me importaría lucir orgullosamente una (a mi juicio) bonita bandera española si no se la hubieran apropiado, desgraciadamente, los que opinan diametralmente distinto a mi. Y eso me apena porque tengo que cuidarme de combinar estratégicamente dos colores preciosos.
No sé si ha quedado clara mi postura entre tantas precisiones políticas, sociales e históricas; la dejo mas clara. Que se consulte a los ciudadanos, se llamen Jordi, Patxi, Euxenio o Curro. Que se tengan en cuenta dichas consultas, no como viene siendo hasta ahora (tres referendums en 35 años). Que se modifique la Constitución si es necesario. El PP y el PSOE ya tienen experiencia en interesadas reformas constitucionales exprés encorsetadas. Recordemos que en su día se nos presento para su aprobación como un pack en la que se incluía la monarquía, el estado actual de autonomías, la representación bicameral o las listas cerradas y la Ley D'Hondt (que hace que los votos no sean igualmente válidos en toda España cosa que, por otro lado, no parece importarnos). Perdamos el miedo al cambio si ese cambio mejora nuestra convivencia diaria. Tengamos en cuenta que una idea nunca es peligrosa hasta que no se intenta imponer mediante la fuerza a otras, igualmente inofensivas y respetables. Si alguien o muchos opinaran, absurdamente, que todos los llamados Francisco (incluido el Papa) deberían morir, eso no seria preocupante hasta que no enarbolase/asen una metralleta con una decidida determinación letal. No le hagamos caso al a perversión actual del lenguaje político que llama "derecho a decidir" al "nos vamos y punto" porque ya le tenemos comido el coco a los mas jóvenes y somos "mayoría sonora"; o "somos una nación" porque me apetece que Obama me reciba como dirigente nacional y no como autonómico. Dejemos de usar el tan manido artilugio del "enemigo exterior" tan propio y tan malusado por las dictaduras mundiales. No le demos mayor importancia de la que tiene a un "cacho trapo" (bandera) ni a unas lineas en un mapa (fronteras). Tengamos en cuenta que la dinámica mundialmente aceptada por efectiva es la de la adición y no la de la división. Y hágase rápido, para el 2014 o antes si se puede. Para que los gobiernos que hemos elegido se ocupen, por ejemplo, de gobernar efectivamente, se ocupen de la gente que lo está pasando mal. Aunque puede que a los que gobiernan aquí , allí y en Sevastopol eso no les interese. En suma, llevemosnos bien que, si se quiere, no es tan difícil. Y hagamos lo que deberíamos hacer en este mundo y para lo que estamos aquí, que no es otra cosa que VIVIR felices si nos dejan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario