- DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS -
No esperes nada especial de mí, y no te decepcionaré. Ése parece ser el secreto de la felicidad: en general, no equivocarte al elevar tus propias expectativas.

Al adentrarte en este blog, tan sólo advertirte que (suelo, prefiero y) me gusta pensar y opinar por mi mismo; lo que a veces no recuerdo muy bien es en qué orden se debe realizar ese proceso. Y claro, ...así me va. Aunque últimamente y con los años, procuro "controlar" cierto orden en todo esto, la verdad es que no siempre lo consigo. Unas veces pienso lo que digo y otras, digo lo que pienso. Discúlpame en estos últimos casos; ten presente que yo procuraré hacer lo mismo contigo.

Una cosa más: como supongo que sabréis por vuestra propia experiencia, inexorablemente llega una hora de la madrugada en la que, como en esos antros habitados por gente "impresentable", hay que irse del "chinguirito" o del pub .... Eso, o quedarse, pero siempre teniendo en cuenta las especiales circunstancias que empiezan a concurrir. Es cuando ya no distingues un gintónic de un Dyc con cocacola ni por la luz ni por el sabor. Es cuando quienes parecían, en principio, poco agraciad@s físicamente empiezan a tener visibles virtudes. Algo así como si los dioses te soltaran una indirecta: "venga chaval, que ya está bien ...".

Bueno, pues algunas veces tengo la sensación de que la creación de este peculiar blog es fruto de esos momentos de "chinguirito". Quizás por eso, la mayor parte de lo que encuentres en este peculiar lugar para la reflexión introspectiva es absolutamente arbitrario y accidental, con ese sano espíritu que unicamente suele emanar de los lujos de la Realísima Gana. Por lo tanto, se evidencia que aquí no hallarás razones para la ecuanimidad, para el estricto rigor o para la exactitud ni, me temo que mucho menos, demasiados motivos para el provecho personal.

Si ya decidiste quedarte en este garito un instante más, (que sepas que te lo agradezco pero) ten en cuenta todo lo anterior para no llamarte a engaños. Recuerda que: para lo edificante, ya están las constructoras; para las doctrinas, los salvadores de patrias; para el pensamiento único, las dictaduras; y para las risas, los monólogos de comediantes. Aquí sólo encontrarás ideas, equivocadas o no, mostradas con seriedad o con la "guasa" que me proporcionó mi cigüeña, derivadas de un mayor o menor grado de desnudez implícita; pero eso sí, salidas casi siempre del corazón, con pretensiones honestas y, las veces que se pueda,
bienintencionadas, respetuosas y nada dadas al puro adoctrinamiento.


no obstante, publico alguna otra cosa ¡¡¡ aunque sólo sea por puro equilibrio emocional !!!

domingo, 27 de septiembre de 2015

Últimas ejecuciones del franquismo






Las últimas ejecuciones del franquismo se produjeron el 27 de septiembre de 1975 en Madrid, Barcelona y Burgos, siendo ejecutadas por fusilamiento cinco personas: tres militantes del FRAP, José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, y dos militantes de ETA político-militar, Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui.

Fueron las últimas penas de muerte dictadas en España. La pena de muerte fue abolida por el artículo 15 de la Constitución de 1978, con la excepción de «lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra"». Más tarde, con la Ley Orgánica 11/95 del 27 de noviembre, también fue abolida para tiempos de guerra.


Antecedentes históricos
 


A finales del verano del año 1975, había pendientes diversos Consejos de Guerra y varias condenas a muerte en ciernes. Garmendia y Otaegui por un lado, además del sumario militar por el atentado de la calle Correo de Madrid, que involucraba a los procesados Eva Forest, Durán y María Luz Fernández. Otros procesos seguían su marcha como el del atentado contra Carrero Blanco, y otros casos contra miembros del FRAP por la manifestación del 1 de mayo del 73 en la que murió un policía.

Los Consejos de Guerra, las condenas y los indultos posteriores

Un Consejo de Guerra ordinario se celebró en el Regimiento de Artillería de Campaña 63 de Burgos el 28 de agosto. En él fueron juzgados José Antonio Garmendia Artola y Ángel Otaegui Etxebarria, ambos de ETA político-militar, que fueron condenados a muerte por el delito de terrorismo con resultado de muerte del cabo del Servicio de Información de la Guardia Civil Gregorio Posadas Zurrón, en Azpeitia, el 3 de abril de 1974. Se les aplicó el artículo 294 bis b) 1º del Código de Justicia Militar. Garmendia fue condenado por ser autor material de dicho atentado y Otaegui fue condenado por cooperación necesaria, por la preparación minuciosa y detallada de dicho atentado. A Garmendia se le conmutaría la pena de muerte por la de reclusión y Otaegui sería ejecutado por fusilamiento en Burgos.

Un Consejo de Guerra sumarísimo se celebró el 19 de septiembre en el Gobierno Militar de Barcelona. En él fue juzgado Juan Paredes Manot, Txiki, de ETA político-militar, por un atraco en la sucursal del Banco de Santander de la calle Caspe de Barcelona el 6 de junio, atraco en el que, a causa de un tiroteo, murió el cabo primero de la Policía Armada Ovidio Díaz López. Se le aplicó el art. 294 bis c) 1º del Código de Justicia Militar. Fue condenado a muerte y sería ejecutado por fusilamiento en Barcelona.

En las dependencias militares de El Goloso, cerca de Madrid, se celebró los días 11 y 12 de septiembre un Consejo de Guerra sumarísimo contra militantes del FRAP para juzgar el atentado con resultado de muerte contra el policía armado Lucio Rodríguez, en la madrileña calle de Alenza, el 14 de julio de 1975. Por dicho atentado se condenó como autores de un delito de insulto a fuerza armada con resultado de muerte del artículo 308, número 1º del Código de Justicia Militar a cinco procesados. De éstos, tres fueron condenados a muerte; a Manuel Blanco Chivite y a Vladimiro Fernández Tovar se les conmutaría la pena de muerte por reclusión, y José Humberto Baena Alonso sería ejecutado por fusilamiento en Hoyo de Manzanares (Madrid). Otros dos procesados fueron condenados a penas de reclusión mayor; Pablo Mayoral Rueda, a treinta años, y Fernando Sierra Marco, a veinticinco. Además, Mayoral, Baena y Sierra fueron condenados a cinco meses de arresto mayor por uso ilegítimo de vehículo ajeno de motor.


Igualmente, en dichas dependencias militares de El Goloso, se celebró el día 18 de septiembre otro Consejo de Guerra sumarísimo contra otros militantes del FRAP por el atentado con resultado de muerte contra el teniente de la Guardia Civil Antonio Pose Rodríguez, en Carabanchel, el 16 de agosto. Se aplicó el artículo 294 bis b) 1º del Código de Justicia Militar y fue condenado José Fonfrías Díaz a veinte años de reclusión y otros cinco procesados fueron condenados a muerte, aunque a tres de ellos se les conmutaría la pena de muerte por reclusión: Concepción Tristán López y María Jesús Dasca Pénelas (por estar ambas embarazadas) y Manuel Cañaveras de Gracia. Los otros dos, Ramón García Sanz y José Luis Sánchez-Bravo Solla, serían ejecutados por fusilamiento en Hoyo de Manzanares.

Los consejos de guerra tuvieron el carácter de procedimientos sumarísimos y para juzgarlos fue aplicada de manera retroactiva la ley antiterrorista que acababa de ser aprobada por el régimen. Tres de los abogados defensores llegaron a ser expulsados de la sala a punta de pistola por su insistencia en pedir que se resolvieran los recursos pendientes. En el juicio de Blanco Chivite, por ejemplo, fueron rechazados un total de 24 pruebas documentales y 20 testigos.

Mas informacion acerca de estos juicios en:
- Miles de buitres callados 1/2
- Miles de buitres callados 2/2

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Fueron, por tanto, en total, once condenados a muerte. El Consejo de Ministros del viernes 26 de septiembre indultó a seis de los condenados a muerte, conmutando sus penas por la de reclusión y dio el "enterado" para los otros cinco condenados a muerte. El "enterado" era la denegación del indulto y, por tanto, suponía la ejecución de la pena de muerte. Dichas penas de muerte se ejecutaron por fusilamiento al día siguiente, el sábado 27 de septiembre.

Reacciones internacionales




 


Una inmensa conmoción internacional acompañó a los cinco fusilamientos. Apenas cuatro días antes, la policía había expulsado de España a varios intelectuales franceses, entre ellos el actor Yves Montand, el realizador Costa Gavras y el escritor Regis Debray, que intentaban divulgar en Madrid un escrito de condena contra el régimen franquista, suscrito por Jean Paul Sartre, André Malraux, Louis Aragón y Pierre Mendes-France.

Olof Palme
La inminencia de las ejecuciones había movilizado al mundo entero, y de todas partes llegaban mensajes pidiendo clemencia. Pero, aquella noche del 26, el dictador se había acostado ordenando taxativamente que no les despertasen bajo ningún pretexto (tal vez quería pasar aquella noche a solas con su conciencia, si es que la tuviera). Si no le habían conmovido los ruegos de Pablo VI, menos aún iba a hacerlo la imagen del primer ministro sueco Olof Palme, pidiendo por las calles de Estocolmo con una hucha en favor de las familias de los condenados. O la carta de su propio hermano, Nicolás Franco, recordándole: "Tú eres un buen cristiano, después te arrepentirás" (sin comentarios).

Pese a todo, algunos periódicos de aquel sábado, 27 de septiembre, se habían plegado a las consignas y titulaban a toda página: "Hubo clemencia", refiriéndose a los seis indultos que la generosidad del general había acordado: el ser especialmente joven, mujer o universitario permitió seguir viviendo a los miembros del FRAP Manuel Blanco Chivite, VIadimiro Fernández, Concepción Tristán, María Jesús Dasca y Manuel Cañaveras, a quienes el tribunal también había condenado a muerte. 


 

Los fusilamientos del 27 de septiembre horrorizaron a la opinión pública nacional e internacional. Las irregularidades en los procesos, en los que se acusaba a los condenados de ser autores directos o indirectos de la muerte de varios miembros de las fuerzas del orden, habían sido abundantemente puestas de manifiesto por relevantes juristas europeos. El día 29, el presidente mexicano, Luis Echevarría, quien había ayudado sin disimulo al nacimiento de la Junta Democrática, pidió al secretario general de las Naciones Unidas que suspendiera la pertenencia de España a la ONU. La reacción del régimen fue fulminante (no te la pierdas): se prohibió a las emisoras de radio emitir rancheras. Paralelamente, la Embajada de España en Lisboa quedó semidestruida por la acción de airados manifestantes y hasta 12 embajadores occidentales abandonaron Madrid, llamados por sus gobiernos.

Nunca el régimen había estado tan solo. El 1 de octubre, y gracias a una eficaz labor de los servicios que dirige el teniente coronel José Ignacio San Martín, se convocó una "espontánea" manifestación en la Plaza de Oriente. Allí, con voz trémula, y aquejado de fuertes temblores, el general dijo a la multitud que: "Todo lo que en España y Europa se ha armado obedece a una conspiración masónico-izquierdista, en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece". ¡¡¡Y se quedó tan pancho, el majete!!!. Las imágenes de aquel acto, en el que pudo verse al jefe del Estado sollozando senílmente, figuran entre las últimas en las que aparece el general todavía en pie.








Articulo de LUIS DíEZ, corresponsal político, diplomático y de guerra  | Publicado en Cuarto Poder: 26/9/2015 09:29

Como si quisieran borrar de la faz de la tierra el escenario de los últimos fusilamientos ordenados por el dictador generalísimo Francisco Franco, echaron cemento y construyeron una alberca. Me asomé a verla una de las muchas veces que me tocó informar de los actos de interés público en la actual Academia de Ingenieros del Ejército y el Centro Internacional de Desminado, en ese paraje predregoso de Hoyo de Manzanares (Madrid). Contemplé las verdosas aguas del estanque, pobladas de renacuajos, y recordé la voz de José Antonio Nováis, entonces corresponsal de Le Monde en España: “Los trajeron sobre las nueve de la mañana en un furgón custodiado por una caravana de diez o quince coches de la Guardia Civil y los fusilaron a las diez. Desde la entrada, junto a la valla, oímos la descarga como si fuera un trallazo y, poco después, dos tiros más”. De aquellos fusilamientos del 27 de septiembre de 1975 −los últimos perpetrados por la dictadura franquista− se cumplen ahora 40 años.

A los miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) Ramón García Sanz, José Baena Alonso y José Luis Sánchez-Bravo los ejecutaron en la finca militar de Hoyo de Manzanares. Es un monte pedregoso, tupido de arbustos y matorrales, en cuya cima ordenó el dictador que le construyeran una residencia de fin de semana para cazar sin alejarse mucho del Pardo. Le construyeron una mansión digna del sanguinario conde Drácula; parecía inspirada en el relato de Bram Stoker y trasplantada de Transilvania. Desde hace décadas está abandonada y en ruinas.

Poco antes habían ejecutado a los miembros de ETA, también condenados por terrorismo por la justicia militar, Juan Paredes Txiki y Ángel Otaegui Echevarría. A Txiki no lo mataron a garrote vil, como disponía la sentencia, sino con armas de fuego. Lo fusilaron a las 8:30 junto al cementerio barcelonés de Sardanyola del Vallés. Su última voluntad fue pasar la noche con su hermano Mikel y su abogada Magda Oranich. A la misma hora mataron a Otaegi en el penal de Burgos.

Los jueces militares encomendaron a la Policía y la Guardia Civil la ejecución de las sentencias. El general José Vega Rodríguez, que había presidido el Consejo de Justicia Militar y dirigía la Guardia Civil, encargó los preparativos a su subordinado y responsable de combatir a los terroristas, José Antonio Sáenz de Santamaría, que se había significado en círculos militares por su opinión contraria a la pena de muerte.

Santamaría pidió voluntarios en la Compañía de Destinos, pero no se presentó ninguno. Según sus recuerdos, recogidos por Diego Carcedo en el libro El General que cambió de bando, se vio obligado a echar mano del orden regular de servicios para formar el pelotón de fusilamiento. Temía que se negaran, pero ninguno lo hizo. Para evitar cualquier parecido con la venganza, los mandos acordaron que la Policía Nacional ejecutase a los acusados de matar guardias y la Guardia Civil a los condenados por matar policía.

El curioso acuerdo hizo que a los condenados del FRAP los fusilaran los guardias civiles. Uno de los reos murió en el acto, pero los otros dos siguieron vivos tras la descarga de fusilería. Eso obligó al teniente que mandaba el pelotón de ejecución a ultimarlos con dos tiros de gracia en la cabeza. Unos días después, aquel teniente sufrió una crisis nerviosa que le mantuvo largo tiempo apartado del servicio.

Ni los tres mensajes del Papa, implorando clemencia al dictador, ni las protestas de cientos de intelectuales y de varios mandatarios extranjeros contra las ejecuciones sumarísimas consiguieron torcer la decisión del tirano, que se mantuvo fiel a sus métodos hasta el último momento y quiso proyectar su fuerza contra los ‘elementos subversivos’ con aquellos fusilamientos (los últimos de la dictadura). ¿Quién podía asegurar que el tirano no iba a emplear el Ejército contra el pueblo si proseguían las protestas y las demandas de democracia? Dicen que el miedo no cambia a la gente, pero acojona.


ABC_fusilamientos
Captura de la portada de ABC
del 27 de septiembre de 1975.

Los titulares de los periódicos −“Fusilados esta mañana”− causaron una profunda impresión y gran silencio interior. Se registraron algunos ‘saltos’ o conatos de manifestaciones en Madrid, Barcelona y el País Vasco. Como si algunos gobernantes de los países llamados civilizados hubieran recordado de repente el origen criminal del régimen español y la catadura moral del dictador, manifestaron su condena y repugnancia, y algunos retiraron a sus embajadores en Madrid. Luis Echevarría, presidente de México −el país que mantuvo su dignidad y no tuvo relaciones diplomáticas con la dictadura española−, reclamó la expulsión de la España franquista de la ONU. Algunas personalidades de la cultura viajaron a Madrid antes de las ejecuciones para pedir el indulto. Llegaron desde París Ives Montand, Regis Debray, Claud Jean Mauriac, Costa Gavras…, pero fueron expulsados nada más bajar del avión en el aeropuerto de Barajas.

La indignación por los fusilamientos estalló entre los miles de exiliados y emigrantes españoles. Con la solidaridad de muchos ciudadanos de los países de residencia, celebraron manifestaciones y concentraciones en las principales capitales de Europa y de América. En Lisboa asaltaron la Embajada española y pusieron en fuga al embajador franquista. En Holanda prendieron fuego a la sede diplomática. En París y en Utrech apedrearon las delegaciones. Las manifestaciones de repulsa se sucedieron en Roma, Bruselas, Berlín… En Nueva York, exiliados, inmigrantes y simpatizantes de la causa de la libertad en España organizaron una marcha por la Quinta Avenida en la que participaron varios miles de personas. La prensa española, aunque amordazada, recogía los ecos de las protestas.

Lo que más preocupaba al dictador y sus secuaces era la amenaza de la Comisión Europea de suspender la negociación sobre la rebaja de los aranceles, pues perjudicaba a los mercaderes de bienes y productos semielaborados. Éstos se enriquecían comprando a terceros y vendiendo al Mercado Común y a algunos industriales autóctonos que se forraban asimismo a costa de los míseros salarios que pagaban a los trabajadores y del trato preferente que recibían de los gobiernos comunitarios en materia arancelaria. Algunos dirigentes de las Cámaras de Comercio se atrevieron a pedir evolución y no involución. Pero quien más valor le echó y con mayor fundamento y credibilidad habló fue el presidente del Círculo de Economía, Joan Más Cantí. Aquel grupo formado por personas como Carlos Ferrer Salat, Carlos Güell, Arturo Suqué o Enrique Corominas y en el que el socialista Ernest Lluch con poco más de 20 años preparaba los comunicados, exigía nada más y nada menos que el fin de la dictadura y “un cambio democrático”.

Pero el régimen tenía sus armas y sus legiones de paniaguados, y respondió a las condenas de la comunidad internacional con una campaña de afirmación patriótica. “Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos DOS”, era el lema más imaginativo de apoyo al dictador. Los alcaldes emitieron bandos convocando una gran manifestación nacional contra “el enemigo exterior”. Gobernadores civiles y militares, ministros y subsecretarios sacaban pecho. Con el lema “consume nacional”, los sectores más reaccionarios del Movimiento Nacional (partido único) proponían la vuelta a la autarquía (y al hambre). La manifestación patriótica de apoyo al dictador llenó la Plaza de Oriente. Abundaban militares y funcionarios, gente con bigote reglamentario. Para propiciar la masiva demostración se decretó media jornada festiva. Cerraron los colegios, las oficinas, los comercios, los bancos… La multitud cantaba himnos patrióticos, coreaba marchas militares y voceaba consignas imperiales.

El dictador apareció a la hora convenida en el balcón principal del Palacio de Oriente, acompañado del entonces príncipe heredero Juan Carlos de Borbón. Unos tambores y cornetas impusieron silencio. “Españoles, españoles todos, gracias por vuestra inquebrantable adhesión y por la serena y viril manifestación pública que me ofrecéis en desagravio a las agresiones de que han sido objeto varias de nuestras representaciones y establecimientos en Europa, que nos demuestran una vez más lo que podemos esperar de determinados países corrompidos y aclara perfectamente su política constante contra nuestros intereses”. Se refirió a Portugal, “la nación hermana que se debate entre la anarquía y el caos”, y no olvidó la famosa “conspiración judeomasónica”. Permaneció medio minuto escuchando a la masa que, brazo al frente, atronaba la atmósfera, y se retiró.

“Es una calavera con gafas”, dijo Nováis, lo cual era terrible, pues las calaveras nunca mueren. Mes y medio después, con la Marcha Verde de marroquíes avanzando para ocupar la provincia española del Sahara, el dictador la diñó.







 
Informe semanal - 1975, el año que cambió España. Los últimos fusilamientos
Clicar en el siguiente enlace de "RTVE a la carta"
 






 
Luis Eduardo Aute, compuso la emocionante canción "Al alba". No muchos saben que, en ella, se rememora el encuentro de uno de los ejecutados con su novia la noche que estaba en capilla antes de morir fusilado.


AL ALBA de Luis Eduardo Aute

Si te dijera, amor mío,
que temo a la madrugada,
no sé qué estrellas son estas
que hieren como amenazas
ni sé qué sangra la luna
al filo de su guadaña.

Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones,
amor mío, al alba,
al alba, al alba.

Los hijos que no tuvimos
se esconden en las cloacas,
comen las últimas flores,
parece que adivinaran
que el día que se avecina
viene con hambre atrasada.

Miles de buitres callados
van extendiendo sus alas,
no te destroza, amor mío,
esta silenciosa danza,
maldito baile de muertos,
pólvora de la mañana.









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