- DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS -
No esperes nada especial de mí, y no te decepcionaré. Ése parece ser el secreto de la felicidad: en general, no equivocarte al elevar tus propias expectativas.

Al adentrarte en este blog, tan sólo advertirte que (suelo, prefiero y) me gusta pensar y opinar por mi mismo; lo que a veces no recuerdo muy bien es en qué orden se debe realizar ese proceso. Y claro, ...así me va. Aunque últimamente y con los años, procuro "controlar" cierto orden en todo esto, la verdad es que no siempre lo consigo. Unas veces pienso lo que digo y otras, digo lo que pienso. Discúlpame en estos últimos casos; ten presente que yo procuraré hacer lo mismo contigo.

Una cosa más: como supongo que sabréis por vuestra propia experiencia, inexorablemente llega una hora de la madrugada en la que, como en esos antros habitados por gente "impresentable", hay que irse del "chinguirito" o del pub .... Eso, o quedarse, pero siempre teniendo en cuenta las especiales circunstancias que empiezan a concurrir. Es cuando ya no distingues un gintónic de un Dyc con cocacola ni por la luz ni por el sabor. Es cuando quienes parecían, en principio, poco agraciad@s físicamente empiezan a tener visibles virtudes. Algo así como si los dioses te soltaran una indirecta: "venga chaval, que ya está bien ...".

Bueno, pues algunas veces tengo la sensación de que la creación de este peculiar blog es fruto de esos momentos de "chinguirito". Quizás por eso, la mayor parte de lo que encuentres en este peculiar lugar para la reflexión introspectiva es absolutamente arbitrario y accidental, con ese sano espíritu que unicamente suele emanar de los lujos de la Realísima Gana. Por lo tanto, se evidencia que aquí no hallarás razones para la ecuanimidad, para el estricto rigor o para la exactitud ni, me temo que mucho menos, demasiados motivos para el provecho personal.

Si ya decidiste quedarte en este garito un instante más, (que sepas que te lo agradezco pero) ten en cuenta todo lo anterior para no llamarte a engaños. Recuerda que: para lo edificante, ya están las constructoras; para las doctrinas, los salvadores de patrias; para el pensamiento único, las dictaduras; y para las risas, los monólogos de comediantes. Aquí sólo encontrarás ideas, equivocadas o no, mostradas con seriedad o con la "guasa" que me proporcionó mi cigüeña, derivadas de un mayor o menor grado de desnudez implícita; pero eso sí, salidas casi siempre del corazón, con pretensiones honestas y, las veces que se pueda,
bienintencionadas, respetuosas y nada dadas al puro adoctrinamiento.


no obstante, publico alguna otra cosa ¡¡¡ aunque sólo sea por puro equilibrio emocional !!!

martes, 4 de septiembre de 2012

Sobre mi








Hoy me levanté de la cama un tanto literato y me puse a escribir sobre mi en un bloc de notas como si fuera el "chamán" que escribe su propio horóscopo; pero no exactamente como él haría, sino conociéndome verdaderamente y, desde luego, intentando acertar de pleno: eso sí, sin bolitas de cristal, ni túnicas doradas (en pijama, vaya), ni ascendentes astrales, ni velitas aromáticas, ni "na de na". A lo bruto y sin anestesia.

Bueno, ...... pues aluciné. Rellené varios párrafos con una lucidez de la que hasta yo mismo me asombré (¡¡¡yo, que ya no me asombro por casi nada!!!), sobre todo teniendo en cuenta que aun no me había tomado el café que me enciende todas las mañanas. Y me sinteticé en dos tacadas, o mas bien, en dos sentadas. La primera, la que medió entre que le dí vueltas al temporizador del microondas para calentarme el desayuno dominical y éste me hizo cliiiiin. Y la segunda, mientras se me enfrió tan suculento aporte vitamínico, en mí necesario, a menos de un metro de mi persona y de mi ordenata. 

taza cafe on off
Porque claro, sin saber muy bien por qué, me vine arriba. Me puse a escribir como si de una referencia en la Espasa-Calpe se tratara. Ni desayuno, ni cigarrillos, ni consultas al móvil, ni ducha, ni gaitas. No paraba con estos dedacos que la naturaleza me ha proporcionado cual buitre sobre el teclado.

Bueno, pues sabéis que: ..... que hasta aprendí de mi propia descripción. Es un ejercicio que recomiendo; uno no suele advertir lo que no vislumbra mínimamente. Y yo no me había mirado mucho por dentro, la verdad. Siempre que me echaba un vistazo me consideraba aburrido. No necesariamente simple, porque tengo mis rarezas y mis contradicciones, pero sí conocido. Y por lo tanto, aburrido. Y claro, así no se puede.

Para ser riguroso, he de decir que todo vino porque en el Google+ me pedían una "breve descripción" de mi mismo para mi perfil. Hasta ahora, cada vez que me habían pedido algo similar a esto, les escribía un solitario y aislado punto (.), y santas pascuas. Pero hoy, no sé muy bien por qué, me dije: ¡¿cómo que breve?! ¡¡¡Qué pasa!!!, ¿que no resulto importante y algo así se puede despachar de forma breve?. Pues toma descripción de marras. Y el resultado de esta mañana de frenética literatura introspectiva la comparto con vosotros a continuación: 

Soy muyperoquemuy del montón siendo, al mismo tiempo, especial y único. Claro que sí (clicar en el enlace -azul- para conocer un poco mis gustos). No tengo grandes ambiciones, al menos, personales. Y aun así, he de decir que la primera de las contadas veces que he sido ganador era muy joven. Tanto, que apenas me acuerdo de la gesta por ser aun un espermatozoide. Eso sí, ... recuerdo que fue agotador y tuve pegarme una carrera entre millones de competidores. Tal vez por ello no me he prodigado demasiado en hazañas luego, hasta el punto de que se pueden contar con los dedos. Ahora no corro ni para coger el autobús.

Tengo inquietudes sociales y/o políticas y no consigo permanecer impasible ante las injusticias. Vengan de donde vengan, y las haga quien las haga. Supongo que con los años se me curará este mal, que me aburguesaré (o no, que es lo que prefiero), pero todavía no puedo decir que haya ocurrido. Leo mucho. Y, sobre todo, leo de todo; a veces, hasta el Marca (fititú). Pero bueno, aun bebiendo en diversas fuentes, creo disponer de esa rara habilidad de extraer lo mejor de cada cosa que leo. Así por ejemplo, la Biblia me indicó que amara al prójimo; y por otro lado, el Kamasutra me sugería algunas posiciones recomendables. Le vengo haciendo caso a ambas ideas. Y creedme, ¡¡resulta tan divertido!!. 

Fui tantas cosas a la vez y tuve que representar tantos papeles postizos que ya me cuesta saber ser lo que realmente soy; sin embargo procuro ser yo el mayor numero de veces, para no confundir a nadie y, sobre todo, para que nadie se confunda. Y eso que tengo loco a un buen amigo psicólogo, y dice que no se lo merece, porque cree observar que mi caso no aparece en los manuales clásicos, los de toda la vida y que están universalmente aceptados. Y doy fe de que tiene razón: no se lo merece. ¡Pobrecillo!!. Y también puede que tenga razón en lo de que yo, clásico, lo que se dice clásico, pues como que va a ser que no. Tampoco es que sea un dechado de modernidad, pero puestos a elegir .... Lo que más le descoloca, no terminando de ver yo muy bien donde está el problema que tanto le alarma, la verdad, es que (según él y sus dichosas teorías), aquí el menda, aun dando la impresión de sensato, aunque a simple vista pueda parecer que tenga dos dedos de frente, raramente vez uso los dos. O al menos, no todo el tiempo. Que le doy día (o rato) libre a mis neuronas de vez en cuando, vaya. Dice que no se puede relajar (dado que no puede evitar pensar prioritariamente en psicólogo), que siempre me ve en mí ese puntito de locura, y que le tengo despistado/alarmado. Atentamentedespistado/pacíficamentealarmado (no te lo pierdas). Y erre que erre con la canción. Dice muchas cosas más, y muy curiosas, pero bueno, ... como reconoce que se zumba cuando me ve, pues no suelo hacerle caso (y lo sabe). En fin ...

Tengo el amor propio justo para llegar hasta mañana y la extraña disponibilidad, tanto de llorar de la risa, como de reírme del llanto (del mío, claro). Y si no encuentro a la persona adecuada (¡¡qué remedio!!), me divierto con todo el tiento del que soy capaz con la equivocada, que también se puede. Quizás, hasta se deba por lo que de aprendizaje entrañe, aunque no se le pueda recomendar a cada hijo de vecino. No me creo (casi) nada de lo que me dicen y menos de la mitad de lo que veo. Lo que no veo, ni toco, tal vez por comodidad, si no suele estar en el corazón de cualquier bien nacido, casi ni lo considero. Suelo reírme mucho de mi mismo (no tiene nada de mérito, soy gaditano), y lo uso como terapia. Nunca entendí como algunos no practican mas esta actividad, con lo fácil que lo deben tener. Tengo claro que la risa alarga extraordinariamente la vida o, cuando menos, te la hace más llevadera.

Sea como fuere, si alguien quiere sacar lo mejor de mí, lo tengo claro. sólo le pido una cosa: que tenga cuidado con la cremallera (noooo, ésto es broma. Es que no he podido evitar hacer el chistecillo. Pero venga, que me vuelvo a poner "serio" ...).

He decidido hacer lo que me gusta, porque lo que no me gusta seguro que me lo impondrán las circunstancias. A estas alturas del campeonato, procuro no dejar asignaturas pendientes, por duro que sea el examen final. Y creo ciegamente en la utopía, aunque se me presente como un puntito lejano en el horizonte, apenas visible. Ser libre, independiente y autónomo no es lo mismo; lo sé, y llevo ocupada toda una vida en tratar de armonizar dichos conceptos.

Procuro acudir a las relaciones personales sin prejuicios aunque algunas veces, lo confieso y supongo que como le ocurre a cualquiera, sucumbo a las etiquetas. Las mías, todo hay que decirlo, diversas, particulares y coloridas, como lo es la misma vida. No me gusta ni lo recomiendo, de verdad. Mucho menos, haría apología de ello y (prometo que) me esfuerzo en evitarlo. Pero debe ser que esa cualidad de mi signo zodiacal, Piscis, se manifiesta intensamente y tiene que aflorar necesariamente, que vengo constatando un porcentaje mínimo de errores y he cogido confianza, que ya lo hago como deporte, o que sé yo ... el caso es que, para bien o para mal, acertada o equivocadamente, tiro mucho de intuición. Hay veces que pienso que demasiado. Y con todas las consecuencias. Tanto que, quienes confían en mi presunta inteligencia emocional (pobrecillos ingenuos jijiji - un abrazo P.., M.., J.., B.., T.., A.., etc, etc ...) me vienen comprometiendo con preguntas tipo "tú que opinas de ...". Y esto me enorgullece al mismo tiempo que me aterra (dado que siempre proporciona una responsabilidad extra absolutamente innecesaria). Por cierto, que todo hay que decirlo, de los 7 tipos de inteligencia que existen según las últimas teorías, la emocional, es la única que - casi - llego a reconocerme. En cualquier caso y no obstante, dicho todo lo dicho, si ya me he aceptado yo mismo tal y como creo ser e incluso hasta me sobrellevo, ¿por qué no hacer lo mismo con los demás si, en principio, seguro que son menos imperfectos?.

Sé que la integridad total es difícilmente conseguible (depende mucho de las trampas que te ponga la vida) pero, desde luego, lo que tengo claro es tiene mucho que ver con la honestidad, la ética y el respeto a ti mismo. Lo sé y en ello estoy; y por saberlo, me debo encontrar a años luz de los que ni siquiera conocen esos conceptos. No me gustaría tener que retroceder ni para coger impulso; tomarme un descanso reflexivo y reparador sí, pero sin desandar lo andado. Aun me cuesta encontrar (y/o, mas bien, mantener) la chispa del amor; lo que ya si puedo adivinar es que debe ser distinta de la que hablaba la Coca-cola, o de la que se le atribuye a la navidad. Pero no me rindo. Suelo quedarme cerca de quienes no me hacen perder ni mi sonrisa, ni mis sueños, ni mi personalidad.

También intuyo que táctica y estrategia no es lo mismo y procuro moverme entre ellas, no sin cierta dificultad. No voy ni delante, ni detrás de nadie; procuro ir al lado y, si me dejan, charlando por los codos. Tengo memoria de la que llaman selectiva; sólo recuerdo lo bueno. Me encanta que me hablen, incluso mal, de mi pasado; así yo también me entero. Perdono y olvido casi simultáneamente aunque no siempre por ese orden.

Creo que ya vislumbro ese momento en la vida en el que se le dan a las cosas la verdadera importancia que tienen. O tal vez me quede un poco de camino todavía. En cualquier caso, tengo la sensación, al menos la sensación, de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida. Y me dedico a vivirla aunque parezca una perogrullada. He notado que lo único que cae del cielo es la lluvia (alguna maceta, también, ojito), por eso busco la felicidad más a ras de suelo. Y no necesito que eso que, supuestamente, trae consigo a la felicidad sea fácil de conseguir, me conformo con que sea accesible. No tengo ningún pudor en pasar pagina, en cerrar libros, e incluso en no volver a bibliotecas si esas paginas, libros o bibliotecas no me aportan (o no les aporto yo) nada.

Detestaría mi propio bienestar si ese bienestar se cimentara sobre el malestar de otros. Pero aun en el caso de que a éstos nunca llegara a conocerlos, porque es lo de menos. Me bastaría con saber que existen, que tienen seres queridos (tal vez, hasta perrito). Nunca discuto con un idiota, no merece la pena; me limito a darle la razón y que se joda, que continúe siendo imbécil. No tengo, por tanto, las pretensiones de una ONG. Se me viene grande la tarea. Creo que todavía conservo las inquietudes del crío que llevo en mi, y por eso sueño, imagino, invento, pregunto, juego, me ilusiono, trasteo .... Y espero que me duren. 

Cada vez creo menos en las ideas, pero en esas pocas que me quedan creo mucho. Opino, como el entrañable profesor Sampedro, que sin libertad de pensamiento no puede existir libertad de expresión, y como él, dedico más tiempo y esfuerzo a la primera. Espero no perder nunca mi espíritu crítico, por el que pagaría con gusto todo el precio que haya que pagar, mientras no lesione mi dignidad como ser humano. Ni la de nadie. Espero no estar nunca de vuelta de nada y, si lo estuviera, no lo usaría nunca como arma arrojadiza; si puedo elegir, casi prefiero volver por otro lado y conocer otros parajes. En ese camino, no me detengo a tirarle piedras a todo perro que me ladre. Con alguno me entretengo, sí, con los más ladradores porque algo me va la marcha, pero prefiero llegar pronto a mi destino.

Suelo tener mas sueños que ganas de dormir; de hecho, tengo "fama" de ave nocturna; encuentro tantas dificultades en dormirme como en despertarme. Bueno, eso va por ciclos. Los enfados me duran, si me lo permiten, menos de un minuto; y ese es, precisamente, el tiempo que pretendo perder con esas preocupaciones, menos de 60 segundos. Tengo autoprohibidas las sensaciones que me hacen mucho daño (como a todos, aunque se nos olvide a veces); los celos, la envidia, el rencor, la lastima, el odio ... y sensaciones similares, no sé si no tienen cabida en mí, lo que sí sé es que oxidan y pudren muchisimo, y procuro que no aparezcan.  Ni en mí ni en mi entorno. Me fastidia mas la pasividad de los buenos que la diligencia de los malos. Detesto a los malditos indiferentes, a los que nunca se comprometen altruistamente, y a los que nunca se meten en líos.

Me conformo con unas cuantas carcajadas diarias, unas palabras de cariño entregadas o recibidas y la satisfacción de no haber hecho daño a nadie antes de irme a la cama. Podría, incluso, acostarme sin cenar y/o dormir en el suelo mientras mi conciencia quede tranquila. Porque el placer de la conciencia tranquila, ahora ya lo atisbo, se encuentra en las cosas pequeñas; complejas si se quiere, pero pequeñas en suma. Y alcanzables. Ojalá siempre disponga de lágrimas cada vez que me sean necesarias para alguien. Incluso para mi, aunque no sea la costumbre. No soy nada nostálgico, entre otras cosas porque ya no quedan nostalgias como las de antes. Prometo, porque no sé jurar, no perder la ilusión ni el entusiasmo por mucho mal que me ocurra. Y prometo también no convertirme nunca, nunca, nunca, en un ser  amargado, pase lo que pase.

Necesito poco para tener o dar felicidad; e incluso eso poco que necesito, me atrevería a decir que lo necesito poco. Procuro no pegarme carreras si no sé donde voy. De esta manera, al menos, algo consigo: llegar más descansado. Vuelvo repetidamente a lo que no acabo; puede que no lo termine nunca pero, en ese sentido y alguno más, soy extremadamente terco. Me encanta besar a la gente dulce; me suelen dejar un gratísimo sabor de boca para lo que me quede de día. Ya me di cuenta de que las cosas suelen valer menos de lo que cuestan, que valor y precio no es lo mismo; todo ello, por el empeño interesado de los especuladores.

Soy ecologista, pero de los llamados "de verdad" y desde antes que existiera siquiera el concepto; me gustan las ballenas, el lince ibérico, los delfines, ....., pero también las serpientes, los roedores, las avispas y hasta las cucarachas (eso sí, éstas ultimas fuera de mi casa).  Soy optimista compulsivo a pesar de mi propia experiencia. Suelo dejar para mañana lo que no me apetece hacer hoy, y sin problemas de conciencia por ello. No es que sea vago, no; lo que pasa es que, como dice un buen amigo: tengo "una relación extraordinariamente liberal con mis obligaciones". Procastrino le llaman ahora. Significa lo mismo que bandarra, pero suena más snob. Soy por tanto, y por pura coherencia, tan condescendiente con el prójimo como conmigo mismo. ¿Cómo no serlo con este currículum?.

Me precio de no haber perdido un amigo en la vida; dejar de disfrutarlos a mi lado, sí (aun no se ha inventado la teletransportación, cachis !!!), pero no perderlos. El plan de vuelo que tengo ideado para el resto de mi vida siempre se me presenta intenso y unicamente espero que me alcance el combustible. Soy capaz de arriesgar lo seguro por lo incierto si persigo un sueño. No es que le tenga alergia al deporte pero, últimamente al menos, no suelo hacer mucho ejercicio físico si no viene acompañado de un merecido orgasmo. Me simpatizan las mujeres, aunque me gustan aún más las Mujeres; y adoro, admiro y venero a las MUJERES (así, con mayúsculas). No sé si me explico, soy heterosexual de los autodenominados cúbicos. Lo que mas valoro en una mujer se encuentra entre sus orejas; puedo disimularlo perfectamente cada vez que sea necesario pero, en realidad, lo que me enamora verdaderamente es su intelecto.

A veces siento en mis hombros la responsabilidad, que me proporcionó mi cigüeña. Esa responsabilidad que hace (casi que obliga) que tenga que estar siempre de buen humor, que deba saber bailar sevillanas, que tenga que dar una cabezadita todas las tardes, que me haga tornar "negro" en verano, que me habilite para saber contar chistes, etc, etc ...; y parece que, en general, no decepciono del todo. 

Me gustan los Eagles y Armando Manzanero pasando por El Camarón. Me encanta la ensaladilla rusa, los documentales de animalitos, el Carnaval, mi amigo Epi, los pistachos, el (mi) pelo largo, comer con cuchara, la gente, las motos, las bromas (los bromistas pesados o inoportunos, menos), el flamenco, conocer tu número de teléfono, viajar sin prisa, las alturas, las vacaciones, dar de comer a la palomas, el vermouth de grifo, las chinas (las nacidas en China, también), el desorden si no llega a caos, abanderar causas justas, tanto el cigarrito de después como el acto del "durante" o los preliminares, el mus, la manteca "colorá", el acento vasco, los monólogos cómicos, la linea difusa que a veces forman el mar y el cielo, el arte abstracto, las rebajas, los crucigramas, Mafalda, los abrazos (y los disfruto tanto que aun recuerdo el tacto de los que un día di a algunos o recibí de ellos), aprender lo que no sabía, el incienso, La Luna y pasear de vez en cuando por ella, la playa, un oído atento, el cordero asado, dormir al raso, la Alhambra de Granada, las buenas compañías, me gusta "cuando callas porque estás como ausente", el nudismo (el femenino y joven, eh, que ¡¡puestos a elegir!!) , me gusta gustar(te), cantar en la ducha, el olor a tierra mojada, el café, los chistes, que me sigan al contarlos y que hilen los suyos con los míos, ver amanecer (incluso, aunque no haya dormido), las tortas de aceite, los libros de Historia, la fina ironía, las ONG's, los hijos de mis seres queridos, el color lila, las velas, las mariposas en el estomago, hablar-pensar-escribir-actuar desde el corazón (desde el corazón, me gusta cualquier cosa), mantenerme informado, las visitas, las clásicas películas del oeste, los nombres de mujer que terminan en "a", las manzanas confitadas, conectar con alguien en 5 minutos, Italia, las sillas a las puertas de las casas, las revoluciones, leer el periódico y releerlo, el limoncello y el licor-café, las babuchas, el olor a bebé, el Fin de Año, explotar bolitas de plásticos protectores, el billar, jugar con tu pelo, el fuego, perder las horas (porque no es verdad que se pierdan del todo), las reconciliaciones, que me cuenten lo que hice hace unos años atrás, los boleros, unos ojos a escasos centímetros de los míos, mi familia, mis verdaderos amigos, las aceitunas, conservar una edad emocional menor a la que dicta mi DNI, meter las orejas debajo de la manta cuando hace frió, pasear de la mano, las fiestas sorpresa, cambiarle la letra a las canciones, el vino tinto, soñar despierto, las sinopsis, la amistad, el sol (no, si lo tengo que usar como los lagartos), que me alaben por dentro, los ataques de risa, los datos rigurosos y las opiniones libres, el aire en la cara, las flores, el sur, la verdad aunque me duela, los viejitos, los helados, besar y que me besen, el bricolaje, tirarme en el césped, los blogs raros, que determinadas personas lo sepan (casi) todo de mí y aun así (por pura generosidad) me quieran, hablar
con los niños, el bocata de calamares, saltar en (y no de) la cama, escuchar una canción evocadora, tanto la sandía como el melón, encontrar dinero en los bolsillos que no sabía que tenía, las plantas (pero se me mueren, las pobres), los chascarrillos originales, el teatro, los valientes, los cuentos con moraleja (el "cuento"de los que habitan en La Moraleja, mucho menos), la  conversación y el "sofing". El "caming" también, y en sus dos vertientes de solo y "acompañao".

No me gusta Enrique (ni Ana, y mira que lo siento por ella, pero es que el Enriquito ....), ni Belén, ni Esteban, ni los periódicos deportivos, ni las indirectas, ni las listas cerradas, ni la silicona, ni los mariachis, ni los chismes, ni las tragaperras, ni cocinar (sí, que me cocinen), ni siquiera comer (tal vez de ahí mi "tipito" mono; desde luego sí, que me coman), ni los espejos, ni la ouija, ni las que se creen la abeja reina siendo simplemente un bicho, ni los clubs privados, ni el conformismo, ni el olor a pies, ni las peleas, ni los consejos interesados, ni el narcisismo, ni las personas a las que no les gustan los niños o los animales (desconfío de ellos), ni los potingues, ni los tunos, ni los lunes, ni las agujas, ni los tonos absurdos en los móviles, ni los bailes de las bodas, ni la publicidad subliminal, ni las soluciones únicas, ni olvidarme de los nombres, ni lo que no se puede tocar con los dedos, ni los calcetines blancos, ni los obituarios, ni los piropos soeces, ni los que no se preocupan por conocer a las personas que los rodean, ni las banderas, ni el orgullo, ni los bitter, ni las sodas, ni las tónicas (todo lo que amarga, vaya), ni las multinacionales, ni seguir a la manada, ni mi voz grabada, ni las manos pringosas, ni las antiguallas, ni fregar los "cacharros", ni usar a Dios como arma arrojadiza, ni las animadoras del baloncesto, ni los concursos de bellezas (las mayorettes sí desde que conocí a alguien con características divinas), ni que me llamen por teléfono temprano (¡¡¡si es que no me voy a enterar de lo que me digan!!!), ni las denuncias falsas, no me gusta nada no entender las cosas, ni tener que afeitarme, ni las mascotas raras, ni endulzar la píldora, ni la doble moral, ni las mentiras piadosas, ni las brujas, ni el "y tu más", ni hacer la cama (nunca lo terminaré de entender), ni el minimalismo, ni los manuales, ni los entierros, ni el brócoli, ni Sálvame!, ni las batas, ni las fotos (si salgo yo), ni los malentendidos si bien es verdad que éstos cada vez me importan menos, ni las esperas, ni el inmovilismo, ni los "cabritos" (mucho menos cuando crecen), ni las citas a ciegas, ni los recortes (ya sabéis), ni los karaokes, ni el perro del hortelano, ni la gata Flora, ni el tiempo imperativo de los verbos, ni los gabachos cuando ejercen como tales, ni los abrigos de pieles, ni el color carne, ni el fanatismo, ni los móviles en reunión, ni Eurovisión, ni las prisas, ni la testosterona de los gimnasios, ni las angulas, ni que me "coman" la oreja, ni los planes invariables, ni ir a comprar con calculadora, ni los piersing (en mi piel; en la de cada cual ...), ni las palabras "nunca" o "siempre", ni los que no se aprenden el número de su móvil, ni las uñas negras, ni lo que esté de moda, ni los líos si no  llevan falda, ni las banderas españolas en las pulseritas de marras, ni las sevillanas (las que se bailan; las otras, claro), ni los pusilánimes, ni los quejumbrosos, ni los malhumorados, ni los egoístas, ni los (insanos) ambiciosos, ni los histéricos, ni los desentendidos, ni "sentir pena" por lo malo que le pueda ocurrir a los malnacidos, ni los exquisitos, ni los cumpleaños (míos), ni las agendas de tareas, ni la hípica, ni los cochesdiscotecaporcojones, ni el pádel, ni l@s "osea", ni los "chorizos", ni la hipocresía navideña, ni el reggaeton, ni la lluvia que no quieres, ni los despertadores, ni las prohibiciones absurdas, ni los americanos ni la madre que los parieron (¿todoooos? nooooo, sólo los que hablan inglés - el español mola - y el francés, ya te digo yo que más)

Me gustan muchas más cosas y no me gusta alguna que otra cosa más, pero no pretendo ser exhaustivo (ni plasta) porque, además, ni podría ni sabría dado que, y no me tengo por veleta, lo que no me gusta hoy puede que me guste mañana. O viceversa.

Asumo mis errores, trato de superar mis bajezas, grito mis amores y silencio mis antipatías (lo de Enrique es aparte - es que hasta le conozco al joio). Sonrío y procuro hacer sonreír todos los días. Intento no pensar igual que nadie, para que nadie acabe pensando por mí. Procuro callar y parecer tonto, a pronunciarme y despejar todas las dudas (esto lo decía el genial Groucho, y me lo he apropiado). Si me pronuncio en algo, procuro que mis palabras sean mejores y más interesantes que el silencio. Me siento esclavo de mis palabras y procuro darles la importancia que, sin duda, tienen. Me gusta hacer el amor sonriendo (riendo a carcajadas, también; ¿por qué no?). Si lo hago como quien pone una lavadora, ya no me divierte tanto, podéis estar seguros.

Brindo reposo al cansado, animo al decepcionado y procuro empatizar con el triste; pero sobre todo, sé escuchar. Y lo hago por puro "egoísmo", porque me gusta que me escuchen a mi también. ¡¡Con lo que charloooo!! Mi musa está en la música y mi patria cabe en mis zapatos (o en los tuyos, o en los nuestros siempre y cuando no te creas superior a otros). No tengo fe en la economía actual, pero me temo que ella tampoco tiene fe en mi. Empate tecnico, me temo.

Me he dado cuenta que ejerzo un tipo de liderazgo de los llamados informales, sin galones; es decir, poco o nada peligroso. Y me gusta, por productivo, por inhabitual y por gratificante. Soy extraordinariamente tolerante en algunas cosas y machaconamente combativo en otras. No me importaría, por ejemplo, que el resto de los varones humanos del planeta fuesen gays; eso incrementaría sobremanera el numero de mujeres heterosexuales insatisfechas (el lesbianismo ya me cae un poco más antipático, tu ves; lo respeto, claro, pero que quieres que te diga, reducen mercado).

Pienso con el corazón y me emocionan las ideas. Casi nunca consigo reunir el tiempo, la energía y los recursos necesarios para hacer lo que realmente me gusta, y aun así, insisto. Lo difícil lo hago deprisa; para lo imposible tardo un poco más. Creo que la cultura es el recurso más importante del que puede disponer el ser humano; y la ignorancia, la mayor de sus taras, pero la disculpo según en qué casos. Es probable que tenga menos virtudes que defectos, pero estos últimos sé reconocerlos, aunque no a cualquiera. Tampoco es que les dé mucha publicidad, pero si los advierten, los reconozco. No cambio por nadie, pero tampoco cambio a nadie; sólo mejoro con quien (y a quien) se lo merece.

Prefiero molestar por sinceridad que mentir por educación. O callar. O  advertir ("mejor no lo quieras saber"). Cualquier cosa antes que mentir, mientras no medie vida o muerte, claro. En aquellas ocasiones en las que he experimentado duelo por alguna perdida personal, ya sea porque se vaya al "otro barrio" o porque se vaya a uno de los de aquí pero lejanos, soy paciente; me doy el tiempo necesario para digestionarlo. No me hago demasiadas preguntas porque temo no saber responderlas. No recuerdo haber estado deprimido jamás; sentir algún que otro revés, sí. Por supuestisimo. Y no creo que sea por culpa de mi autoestima; no sé si uso de eso. Debe ser porque nunca encuentro el momento para la depresión. ¡¡Si no me da tiempo!!. Ahora que lo pienso, eso debe chinchar bastante a mis "enemigos", si es que los tengo; les debe de fastidiar bastante eso de no verme hundido. Pues entonces me alegro enormemente por ser inmune al abatimiento, ea. Por cierto, no se debe pretender caerle bien a todo el mundo. Es una perdida de tiempo. Con mediogustarte tú (y a un selecto puñadito de gente con buen criterio jijiji) ya tienes bastante.

Y si algún día notara que me da la espalda la vida, eso que ocurre mientras vivimos, no me cortaré (las venas) y le tocaré las nalgas. ¡¡Vaya que si!! ¡¡Pues menudo soy yo!!. Intento viajar despacio, leer profusamente, escuchar música en alto, ver documentales de la 2, amar con intensidad; ...... instruirme en suma. Alguna vez he valorado lo que ya he perdido y me ha sido imposible recuperar, pero he aprendido la lección (creo). La información en mi poder nunca resulta peligrosa para nadie, quizás sólo para mí mismo.

Soy amable hasta con quien no ha hecho méritos para merecerlo; ésto se lo debo a mis mayores y si lo hago es, precisamente, en honor a su memoria y al interés que pusieron en que me convirtiera en un ser de provecho, pese a mis poco prometedores mimbres. Ganas, bien saben cuantos les conocieron, que no les faltaron y espero algún día (porque sé que me ven ya que andan siempre conmigo) hacerles sentir orgullosos de su primigenio trabajo. Echo desesperadamente de menos a los que me quisieron desinteresadamente y tuvieron que irse muy pronto de mi lado, pero conservo la satisfacción y la suerte de haberlos disfrutado mientras pude, y de recordarlos a cada instante. De ellos me gustaría heredar muchos valores pero, sobre todo, uno: el de saber encontrar la felicidad dando lo poco o mucho que posea a quienes me hacen feliz a cada momento. Ellos lo consiguieron, me consta. Y en la búsqueda de esa mágica y gratificante fórmula, me hallo.

Pongo pasión, no tanto fe, en mis convicciones. Creo en los hechos mucho más que en las palabras, y en las personas muchisisisisimo más que en las instituciones. Sienta lo que sienta, es que se me va a notar y, generalmente, ya vivo despreocupado desde hace mucho de como se me percibe; a estas alturas del campeonato, de la misma manera que ya no me preocuparía un grano en la nariz (más bien me daría la risa), me da pereza corregir errores de interpretación, que no de emisión ni de mensaje. Le pese a quien le pese, llega un momento en la vida en el que la opinión que otros tengan de uno tiene la misma importancia que la que la que ellos mismos tengan. Que no suene a orgullo (mucho menos a clasismo) pero, a 0 importancia, 0 preocupaciones. Cada uno en su casa, y Dios en la de todos.

Aun así, espero y deseo disponer de la humildad suficiente para saber que "ca' uno es ca' uno" y que "naide es mejor que naide". Por lo tanto, el que quiera entrar en mi vida, que entre; el que quiera salir, que salga (y ordenadamente, porfa); lo que no suelo tolerar dado que resulta contraproducente es que se queden en la puerta porque, como es de suponer, estorban. Evito hacerme "masturbaciones mentales", te dejan el intelecto hecho una mierda; pringoso cuanto menos. Prefiero que me digan la verdad, que ya veré yo si me duele. He aprendido con los años a decirle a quienes me rodean que les quiero en cuanto noto ese sentimiento; con los que me caen mal, tardo un poco más, pero que tampoco me pongan a prueba que la paciencia no se haya entre mis discretas y escasas virtudes.

Soy flaquito y uso moto habitualmente; sí, es verdad que tengo el riesgo de ir a veces como las banderas pero procuro llevar muchas cosas en los bolsillos. Me estresan los problemas derivados del aparcamiento. Me gusta el trabajo en equipo y la creación en solitario. En las relaciones personales, y aunque en un principio parezca que no tiene mucho que ver, me rijo por la consabida ley física de acción-reacción. Ley que suelo llamar "de las viceversas", que se puede enunciar mediante un "ahh que tú tal, pues yo cual" (siendo tal y cual bueno o malo indistintamente). Por otro lado, además de recomenarla por dejar en manos del otro siempre las relaciones, al menos en Física, aun no ha sido rebatida. Soy beligerante o tolerante, por lo tanto, según para qué cosas. Y la relativa importancia de esas cosas no determina mis actuaciones. Puedo pasar por alto un grave error ajeno de trafico (de hecho, el sonido de mi claxon esta inédito en la atmósfera terrestre) y, sin embargo, ser inflexible no permitiendo que el listo de turno se cuele en una cola del frutero tras preguntar de donde son los melones. Y eso aunque mi cola sea la del pescadero, por ejemplo. Mi personalidad, procuro que forme parte de mi responsabilidad; mi actitud la dejo bajo la responsabilidad de los demás. Y me va bien.


He vivido mucho, también bien (viendo lo que hay por ahí, como para no poder quejarme, vaya), pero sin duda, mucho; y aún me queda lo mejor. Deseo alcanzar mis últimos días con algún patrimonio mayor que el que quepa en mis bolsillos y, para entonces, espero que un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un ratito por aquí. Sólo quiero eso. Parece poco ¿verdad?, pero es mucho y dificilísimo de conseguir. Y en ello estoy .......... .......... .......... ......... (y acabo de darme cuenta, porque no lo sabia exactamente, que) soy cansino cuando hablo de mí mismo; honesto espero que también pero, sobre todo, un "pesao" de narices."

PD/ Alguien que "me lee", y a la que quiero y valoro mucho porque conocerla es quererla, y porque creo que (la puñetera, en lo bueno y en lo malo) afina en sus diagnósticos hacia mí, me ha advertido de que tal vez, sólo tal vez, en toda esta perorata, se me haya "olvidado" lo de mi obstinada testarudez y lo de mi peculiar deleite por la confrontación. Pues yo creo que no (juas juas juas), que no se me ha "olvidado", y seguro que lo habré puesto de manifiesto en algún renglón o en alguna idea. ¡¡Hay que saber leer entre lineas!!. Bueno vaaaale, por si acaso y para que no haya líos, pues queda dicho y ...... reconocido: soy testarudo en lo que creo firmemente, que son pocas cosas.
Besitos M.C.

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