Desde que el pasado 5 de Diciembre se conoció la noticia de la muerte de Nelson Mandela, personalidades del mundo entero se han volcado con los mensajes de condolencias y realizando emotivos discursos recordando al líder sudafricano. Lógicamente, cuando alguien muere todos quieren mostrar sus respetos. Pero no deja de ser una lástima que eso no ocurra mientras uno está vivo. Con la muerte de Nelson Mandela hemos asistido a un ejercicio de hipocresía que merece ser analizado y destacado. Una Hipocresía con mayusculas y exclusiva del mundo Occidental.
Cuando vemos a Fidel Castro lamentarse por la muerte de Mandela, no podemos dudar de su tristeza, porque sabemos que eran buenos amigos. Cuando en Palestina lloran la muerte de Madiba, hay que tener presente que Mandela apoyó la causa palestina y tuvo buena relación con líderes como Yasir Arafat o Mahmud Abbas. En cambio, cuando Estados Unidos o Reino Unido comienzan a emitir comunicados con una potente carga emocional y asegurando que Mandela es un ejemplo a seguir y un hombre modélico, debemos preguntarnos: ¿siempre han mantenido ese discurso hacia Nelson Mandela?
El cambio de discurso es una de las características de los políticos, pero en este caso concreto es especialmente despreciable, ya que tiene que ver con la muerte de una persona, que además es una figura que merece todo el respeto y que ha sido de gran importancia para la Historia del S.XX. Nelson Mandela es hoy alabado por todos nosotros y por todos nuestros políticos, pero hay que recordar que, muchos de los que hoy lloran su muerte, hace poco le criticaban.
Nelson Mandela y la lucha contra el Apartheid
Matanza de Sharpeville 21 de marzo de 1960 |
Represión policial de las protestas antiracistas |
Nelson Mandela fue arrestado en 1962 y condenado por sabotaje, además de otros cargos, a cadena perpetua. La mayoría de los más de 27 años que estuvo en la cárcel los pasó en la isla de Robben Island.
Aunque en 1990, después de salir de la cárcel, todos los líderes mundiales aplaudían a Nelson Mandela y querían hacerse fotografías con él, lo cierto es que la propia ideología de Madiba le llevó a tener más relación con personalidades ‘enemigas de Occidente’, como Fidel Castro o Yasir Arafat. Figuras que han sido atacadas mediática y políticamente desde Estados Unidos y Europa.
Occidente contra Nelson Mandela
Quizás por fotografías como las anteriores, muchos políticos occidentales no le tenían mucha simpatía a Nelson Mandela. Durante muchos años, incluso cuando crecía la oposición al Apartheid en Sudáfrica, varios líderes mundiales continuaban considerando a Mandela un terrorista. En 1987, Margaret Thatcher dijo que el CNA era ”una organización terrrorista” y que cualquiera que creyera que iba a poder gobernar en Sudáfrica vivía en un cuento de hadas. Margaret Thatcher consideraba a Nelson Mandela un terrorista. Entre los congresistas británicos la opinión sobre Mandela era aún peor. “¿Cuanto tiempo más va la premier a permitir ser golpeada en el rostro por este terrorista negro?”, cuestionó el conservador Terry Dicks después de que Mandela rechazase un encuentro con Thatcher en Londres, en 1990. Su colega de partido, Teddy Taylor, fue aún más claro: ”Deberían disparar a Nelson Mandela”. Sin duda, en Inglaterra los conservadores odiaban a Madiba.En Estados Unidos, la opinión sobre Mandela tampoco era positiva entre los gobernantes. El presidente Ronald Reagan colocó al CNA en la lista de organizaciones terroristas. Y no sólo eso: en 1981 Reagan aseguró que el régimen sudafricano basado en la segregación racial era ”esencial para el mundo libre”. Hay que suponer que su compañero de partido, George W. Bush (que acudirá al funeral de Nelson Mandela), también pensaba lo mismo. En 1985, el congresista Dick Cheney, que sería después vicepresidente con George Bush, votó contra una moción para que Mandela fuese liberado. En 2004, Cheney defendió su posicionamiento al afirmar que Mandela “tenía una larga dedicación al comunismo y al terrorismo”.
Durante la Guerra Fría, los Estados Unidos apoyaron el régimen del Apartheid, mientras las Unión Soviética ayudó a financiar la oposición liderada por el Congreso Nacional Africano (CNA). En 1990, el diario The New York Times reveló que la CIA ayudó al Gobierno sudafricano a detener a Mandela en 1962. Mandela y el CNA permanecieron en la lista americana de organizaciones terroristas hasta 2008. Hasta ese año, el hoy héroe sudafricano necesitaba un permiso especial para viajar a Estados Unidos. Por todo ello resulta bastante hipócrita que en Estados Unidos las banderas ondeen a media asta en honor a Nelson Mandela, persona contra la que lucharon por todos los medios y a la que consiguieron silenciar durante 27 años. Y que además lo hagan en un lugar tan representativo como Wall Street, símbolo de un sistema socioeconómico que contrario a las ideas de Nelson Mandela.
Otro país que ha demostrado una gran hipocresía estos días es Israel, que se mantuvo ligado al régimen segregacionista del Apartheid. Durante muchos años el Gobierno israelí mantuvo lazos económicos y relaciones estratégicas con el régimen sudafricano. Únicamente en 1987, cuando ya era el único país desarrollado que apoyaba a la minoría blanca, Israel finalmente denunció el Apartheid.
Aun así, el Gobierno de Israel ha lamentado la muerte de Mandela afirmando que ”el mundo ha perdido a un gran líder que cambió el curso de la historia” y que fue “un apasionado defensor de la democracia”. Cuesta creer esas palabras viniendo de un gobierno que apoyó el Apartheid. En una entrevista con el periodista Larry King en 2000, el propio Mandela reconoció las contradicciones en las que habían caído varios países. “Ayer me llamaban terrorista, pero cuando salí de la cárcel muchos me abrazaron, incluso mis enemigos. Hoy soy admirado por los que me llamaban terrorista”, dijo Mandela.
Hace poco los medios de comunicación y los líderes occidentales lloraban la muerte de Margaret Thatcher. Ahora lloran la muerte de Nelson Mandela. ¿Qué lágrimas son las de verdad?
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