
Publicado por Javier Salas para El Pais
La ciencia ha logrado erradicar enfermedades terribles como la viruela y ha puesto hombres en la Luna, pero parece incapaz de medir el pene humano en condiciones. Ante la insistente pregunta sobre cuál es el tamaño medio del pene, la respuesta siempre es una horquilla más o menos amplia, de varios centímetros, en la que se incluirían la mayoría de los penes. Un dato para el miembro flácido, y otro para el miembro erecto, que suele ser el que más interesa: de 12 a 15 centímetros, de 10 a 19, en torno a 13 ... Para muchos hombres, este baile de cifras sobre lo normal puede generar mucha ansiedad.
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Uno de los estudios |
Para tratar de aclarar la información científica disponible, un equipo de urólogos británicos ha recogido todos los estudios publicados sobre la materia. Tras descartar los de peor calidad, se quedaron con los 20 mejores artículos científicos, que suman una muestra de 15.521 penes de procedencias tan dispares como Corea del Sur, Tanzania, Jordania, Italia, EE UU y Nigeria. Tras analizarlos, han extraído varias conclusiones, han tumbado varios mitos y han sembrado algunas dudas.
Lo primero es que la mayoría de los penes cuentan con unas dimensiones muy similares, como se ve en el diagrama, en el que los más largos de 16 centímetros en erección son menos del 5% y los menores de 11 centímetros apenas son el 10%. El pene medio tendría 13,24 centímetros en erección y 9,16 centímetros en reposo.
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Gráfico del estudio que muestra la longitud de los 15.000 penes medidos, con 13 centímetros en la media.
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Repasando los datos, los investigadores no han encontrado correlación sólida entre el tamaño del pene y otros rasgos físicos como la altura, la masa corporal o el tamaño de los pies. Tampoco hay datos para sostener que los negros cuentan con dimensiones distintas que los caucásicos, ni que los asiáticos tienen nada que envidiar al resto. Las muestras válidas, los datos contrastables, no dan de sí lo suficiente como para establecer de forma concluyente este tipo de comparaciones establecidas como verdades en el imaginario colectivo.

La técnica es sencilla: una cinta o regla, por encima del pene, apretando contra el cuerpo para que la medición se haga desde el hueso púbico hasta la punta del miembro, descartando lo que pudiera sumar el prepucio. Pero, ¿cuáles son las condiciones idóneas? ¿Acaso un pene erecto frente a un médico en su despacho tiene las mismas dimensiones que una erección lograda por la pareja en su cama?
"Es una buena cuestión, solo deberíamos trabajar con los mejores datos disponibles", explica David Veale, del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia de Londres y líder del estudio. Otros trabajos científicos han dejado claro que el tamaño del mismo pene cambia en función de multitud de variables externas y propias, como la temperatura, la altitud, la excitación o si se ha eyaculado con anterioridad. Veale propone, por tanto, que estas mediciones se realicen al nivel del mar, en una consulta acondicionada a 21 grados, sin haber eyaculado en las anteriores 24 horas y tras haberse estimulado viendo pornografía en privacidad. Pocos estudios cumplen estos requisitos.

Otro trabajo de 2008 entre europeos, para un fabricante alemán de condones, también ofreció una media por encima de los 14 centímetros. Lógicamente, trascendieron las comparaciones entre países de la UE, con franceses y griegos en los extremos, con casi cuatro centímetros de diferencia difíciles de explicar.
"La automedición es menos fiable, pero Herbenick argumenta que estaban más motivados para ofrecer una lectura precisa porque a cambio recibirían una muestra de condones" de su talla exacta. Quizá en casa, con su pareja, consiguieron mejores erecciones. Quizá se apuntaron más hombres con mayores penes, o menos con penes por debajo de la media, aunque la encuesta fuera anónima. Ninguno de los estudios analizados por Veale explicaba con detalle cómo se eligió la muestra y si hubo hombres que rechazaron participar, un sesgo de autoselección que podría invalidar todo el trabajo si se tratara de otras disciplinas.
A todo esto se suma otra pega más, la de las manos que se encargan de realizar esta medición. En el estudio de Veale se señala que solo en un par de casos se entrenó al personal que se dedicaría a medir los penes para asegurarse de que la técnica era la misma, que todos obtendrían el mismo dato del mismo pene. Y solo algunos repitieron la medición para confirmar el dato.
Quizá la solución pudiera ser medir los penes estirándolos: los datos muestran que un pene flácido estirado con fuerza mide casi igual que en erección. El problema, otra vez, está en la técnica: se debe hacer agarrando el glande y ejerciendo una fuerza de estiramiento de 450 gramos "hasta que el voluntario sienta una leve molestia para obtener el máximo estiramiento".

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