¡Si a la hora de enseñarnos Historia en el colegio nuestros profesores hubieran intercalado algunas de estas anécdotas, nos hubiéramos despertado más veces en clase!
Destructor Porter, el barco más torpe e incompetente de la historia
Son los nervios del primer día. Seguro que las cosas no podrán ir a peor… -No imaginaban lo equivocados que estaban-
Tras lo ocurrido, y como es comprensible, todo el mundo en el convoy estaba nervioso. Tal vez como medida de distracción y para tranquilizar los ánimos, el propio presidente Roosevelt propuso a la tripulación del Iowa que le hicieran una demostración de sus defensas antiaéreas. Dicho y hecho, se lanzaron al aire varios globos meteorológicos y los cañones del Iowa comenzaron a disparar bajo la atenta y complaciente mirada de Roosevelt, que también observó cómo el aire arrastraba algunos de esos globos en dirección a nuestro destructor. Fue entonces cuando el capitán Walter, ansioso por causar buena impresión después de todo lo sucedido, pensó que era una oportunidad única para rehabilitar su mala imagen, por lo que dio orden a sus cañoneros de disparar contra cualquier globo perdido por los artilleros del Iowa.
Todo marchó bien, y el Porter incluso hizo blanco en varios de aquellos globos perdidos. El capitán Walter estaba crecido: era su momento, había que lucirse, ¡por fin dejarían de ser la burla de la US Navy!, así que ordenó a su tripulación llevar a cabo un simulacro de ataque con torpedos (durante los simulacros se retiraban los detonadores de las cargas explosivas que expulsaban los torpedos de sus tubos, por lo que realmente los torpedos no eran lanzados al agua). Pero claro, para calcular correctamente los tiempos de los falsos lanzamientos necesitaban también un blanco al que apuntar, y el objetivo más cercano era el USS Iowa (el del presidente).
“¡Fuego el uno!” —gritó el oficial de cubierta del Porter— y se simuló el lanzamiento del primer torpedo. Comprobado el rumbo que hubiese tomado el falso torpedo se ordenó. “¡Fuego el dos!“, y de nuevo la misma operativa. “¡Fuego el tres!”… pero entonces sucedió algo distinto: se escuchó un silbido y la tripulación vio cómo un torpedo salía del tubo. Acababan de lanzar un torpedo contra el Iowa y contra el presidente Roosevelt.. En medio del caos, el capitán Walter advirtió por radio al Iowa que girara rápidamente a estribor. El giro fue tan brusco que la silla de ruedas del Presidente —con Roosevelt sentado en ella— estuvo a punto de caerse por la borda. Finalmente, y por los pelos, el USS Iowa logró evitar el torpedo.
“Perdón, hemos sido nosotros”. Fue todo lo que el capitán Walter pudo decir.
Durante los primeros meses de exilio pareció disiparse la oscura sombra de su embarazoso pasado; todo iba bien. Pero un día, uno de sus marineros regresó a bordo borracho y decidió ponerse a jugar con sus cañones de artillería pesada, abriendo fuego e impactando un proyectil nada menos que en el jardín de la casa del comandante de la base, que en aquel momento celebraba una fiesta con otros oficiales y sus esposas. Por suerte únicamente causó daños materiales, pero la poca reputación que le quedaba al Porter (si es que le quedaba algo) quedó definitivamente asolada… al igual que quedaron las flores del jardín de la casa de su comandante. Servir en el USS William D. Porter era considerado un castigo, pero el final de la guerra se acercaba y todos los barcos eran necesarios en el frente, por lo que el Porter fue reasignado al Pacífico: por fin tendrían una auténtica oportunidad de redención… o tal vez no.
Una vez en el Frente del Pacífico, y a pesar de los esfuerzos del comandante Charles M. Keyes, que relevó al desafortunado capitán Walter en la dirección de la nave, la reputación de nuestro destructor no mejoró. Al contrario, se hundió todavía más cuando acribilló accidentalmente al destructor USS Luce durante los primeros momentos de la batalla de Okinawa. Tras este nuevo incidente el Porter sirvió como apoyo para las tropas que trataban de conquistar aquella isla; utilizó correctamente sus defensas antisubmarinas y hasta llegó a derribar cinco aviones japoneses. Lamentablemente, poco después se informó que también había derribado por error tres aviones norteamericanos. Y así llegamos al final de esta historia. El 10 de junio de 1945 el Porter fue atacado por un avión kamikaze. Nuestro barco se defendió y el avión japonés fue alcanzado y derribado por las defensas antiaéreas, estrellándose en el océano pero sin explotar. La tripulación estaba eufórica: parecía que las cosas cambiaban a mejor. Pero no se habían dado cuenta que el avión kamikaze extrañamente había continuado bajo el agua su trayectoria en dirección hacia el destructor, y justo cuando pasó por debajo de su quilla explotó. Tres horas más tarde el USS William D. Porter se hundía para siempre en el océano.
Fuente: ¡Fuego a discreción!: Historias sorprendentes de la Primera y Segunda Guerra Mundial
Guerra Mundial
Los gladiadores nunca dijeron “los que van a morir te saludan”
Antes que nada, mostrar un cuadro en el que se representa una escena típica de un anfiteatro donde los gladiadores se dirigen al Emperador. Es obra del genial pintor francés Jean-Léon Gérôme y se llama
“Ave Caesar, morituri te salutant” (1859).
Supongo que este cuadro, la literatura, el cine y la memoria popular han hecho creer que “Ave Caesar, morituri te salutant” era, efectivamente, un saludo ritual de los gladiadores ante el Emperador. Pues no. Siento decir que los gladiadores nunca pronunciaron tal frase ...… lo hicieron los naumachiarii (participantes en las naumaquias).
¿Y qué son las naumaquias?
Las naumaquias (del latín naumachia, “batalla naval”) serían como una mezcla entre la película Battleship y el juego de mesa “Hundir la flota” pero sin efectos especiales, en tiempo real y a tamaño natural. En el 46 a.C., y tras ser nombrado dictador de Roma, Julio César decidió agasajar al pueblo con un espectáculo nunca visto, la primera naumaquia. La idea de César era poder recrear combates navales, y para ello ordenó cavar un enorme foso circular en el Campo de Marte que comunicaba con el río Tíber mediante un canal. Una vez terminado, se abrió la presa y las aguas del Tíber inundaron el foso a modo de lago artificial. Era tal el tamaño de aquel teatro de representaciones navales que albergó birremes, trirremes en incluso los portaaviones de la época, los cuatrirremes. En esta primera naumaquia participaron unos 2.000 combatientes y más de 4.000 remeros, la inmensa mayoría de los participantes eran “reclutados” de entre los prisioneros de guerra y condenados a muerte.
En el año 2, por orden del emperador Augusto, se recreó la batalla naval de Salamina entre griegos y persas. Sabemos de esta battleship por Res Gestae Divi Augusti (Las obras del Divino Augusto), una especie de autobiografía del emperador…
Ofrecí al pueblo el espectáculo de una naumaquia, al otro lado del Tíber, donde hoy está el Bosque Sagrado de los Césares, en un estanque excavado de 1.800 pies de largo y 1.200 de ancho [unas 18 hectáreas]. Tomaron parte en ella 30 naves, trirremes o birremes, guarnecidas con espolones, y un número aún mayor de barcos menores. A bordo de estas flotas combatieron, sin contar los remeros, unos 3.000 hombres.
Sería Nerón el que inauguraría otra versión de estos combates, los desarrollados en un anfiteatro construido al efecto. El cenit de este espectáculo llegaría en los años 80 (del siglo I) cuando los emperadores Tito y Domiciano celebraron naumaquias en el Coliseo (originalmente llamado Amphitheatrum Flavium porque su construcción implicó a los emperadores de la dinastía flavia). Por el tamaño del recinto, en estas representaciones había menos actores y las naves apenas podían virar. Así que, los espectadores tenían que conformarse con el abordaje y la lucha cuerpo a cuerpo. Debido a las dificultades de inundar el Coliseo y el elevado coste de construir lagos artificiales o anfiteatros adecuados, las naumaquias fueron cayendo en el olvido.
Y estos naumachiarii eran los que pronunciaban la frase ritual que, erróneamente, hemos atribuido a los gladiadores que luchaban en la arena…
Morituri te salutant
El historiador Suetonio fue el primero, y único, que hizo referencia a ello en su obra Vidas de los doce Césares, cuando los naumachiarii se dirigieron al emperador Claudio en el combate naval que organizó durante el 52 en el lago Fucino. No es de extrañar que pronunciasen esta sentencia de muerte, pues combatientes y remeros eran prisioneros de guerra condenados a muerte. Su destino era ahogarse o morir matando. Así que, siento decir que no existe ninguna referencia de la época en la que los gladiadores lo pronunciasen. De hecho, morían muchos menos gladiadores de lo que pensamos… eran un bien demasiado preciado.
Roma
Cuando Gandhi llamaba "querido amigo" a Hitler y otras cartas sorprendentes
Información tomada del blog 'Letters of Note', que reproduce misivas históricas. Cuenta con más de un millón de visitas a la semana
Shaun Usher comenzó a espiar la vida privada de Elvis, Gandhi y Hitler, entre otros, en 2009 por un encargo laboral. El publicista se dedicó a leer las cartas que distintos personajes históricos habían escrito y recibido. El proyecto no funcionó, pero atrapado por estas lecturas, decidió continuarlo por su cuenta en un blog. Letters of Note es una suerte de museo digital de correspondencia que cuenta la cara b de la historia plasmada en los libros. Una guía testimonial que se ha convertido en su medio de vida gracias al millón y medio de visitas que recibe a la semana.
Esta legión de fieles, muchos de los cuales le envían sus hallazgos, conforman una comunidad de casi 90.000 seguidores en Facebook y más de 190.000 en Twitter entre los que se cuentan Nick Hornby y Benedict Cumberbatch, uno de los últimos artistas en participar en una lectura pública de las cartas. En 2013 decidió trasladar el éxito digital al papel con una campaña de crowdfounding para convertir el blog en un libro. En Gran Bretaña se publicó a través de Unbound, una plataforma editorial de micromecenzago, y consiguió en su momento ser uno de los proyectos más exitosos en la corta historia de esta web. Ahora prepara para el próximo otoño la secuela, también a través de pequeñas donaciones por internet, con otras 125 cartas, de las que más de la mitad no han aparecido publicadas en su web.
En España el libro fue editado por la editorial Salamandra con el título Cartas memorables. Estas son algunas de las misivas más sorprendentes que ha recopilado durante este tiempo.
1. Clases de cocina de la Reina de Inglaterra a Eisenhower
Isabel II suele recoger por escrito sus secretos culinarios. Y, una ocasión, le envió una de sus recetas al presidente Eisenhower, quien, por increíble que parezca, los había solicitado previamente. Por eso esta carta resulta asombrosa. Una foto del periódico le recuerda a la monarca que se había olvidado de remitirle una receta como había prometido y así se lo transmite en un texto lleno de buenas palabrasy en el que figuran los ingredientes para hacer sus scones. Aquí un extracto:
Aunque las cantidades están pensadas para 16 personas, cuando el número es menor yo acostumbro a reducir la cantidad de harina y leche, pero empleo los demás ingredientes tal y como se especifican.Alguna vez he probado a utilizar miel de caña o melaza en lugar de sólo azúcar y también quedan muy bien.Creo que es preciso batir la mezcla a conciencia durante la preparación y no dejarla reposar demasiado antes de cocinarla. (...)IngredientesMENÚSCONES4 tazas de harina 4 cucharadas de azúcar lustre 2 tazas de leche 2 huevos 2 cucharaditas de bicarbonato de soda 3 cucharaditas de crémor tártaro 2 cucharadas de mantequilla derretida".
2. Jack el Destripador envía un riñón al Comité de vigilancia de Whitechapel
Mientras el pánico cundía en Londres por los crímenes de Whitechapel, el presidente del comité de vigilancia que trataba de evitarlos recibió una carta atemorizante firmada por alguien que decía ser el asesino y encabezada con un inquietante "From hell" (desde el infierno). Venía acompañada por una cajita que contenía medio riñón humano. Se creyó que pertenecía a Catherine Eddowes, la cuarta víctima del psicópata.
Sr Lusk: CaballeroLe envio la mitad del riñón que le saqué a una mujer lo he conservado para usted el otro cacho lo freí y me lo comí y estaba muy rico. Puedo mandarle el cuchillo lleno de sangre con el que lo saqué si espera un poco más.Cójame cuando pueda señor Luck"
3. Los de Sopas Campbell le dan las gracias a Warhol por la publicidad
¿Quién no desearía que su marca se convirtiera en el icono pop por excelencia? A William MacFarland, director de marketing de las sopas Campbell, el artista Andy Warhol le hizo un favor impagable. Mientras el mundo del arte se preguntaba qué era eso del pop art, el feliz directivo le da daba las gracias al neoyorquino con una carta que acompañó, claro, con un lote de latas.
Querido Mr. Warhol:
He seguido su carrera desde hace algún tiempo. Su trabajo ha suscitado un gran interés aquí en Campbell Soup Company, por razones obvias.
En algún momento incluso deseé adquirir uno de sus cuadros con la etiqueta Campbell Soup, pero me temo que se han vuelto demasiado caros para mí.
Aún así, quería decirle que admiro su trabajo y en vista de que le gusta nuestra sopa de tomate, me tomo la libertad de enviarle a esta dirección un par de cajas de nuestra sopa de tomate.
Le deseamos que su éxito continúe y buena suerte.
Cordialmente,
William P. McFarland
Jefe de Marketing"
4. Querido: (De Gandhi a Hitler)
Hitler empezaba a urdir lo que sería la Segunda Guerra Mundial y el líder pacifista intentó detenerle con el poder de la palabra. El dictador nunca recibió su carta y lo más probable es que hubiera desoído sus súplicas. Un mes después, Alemania invadió Polonia.
Querido amigo:
Algunos amigos han estado pidiéndome que le escriba por el bien de la humanidad. Pero me he resistido a su petición porque me parecía que una carta mía sería una impertinencia. Algo me dice que no debo calcular y que debo hacer mi llamamiento por cualquier cosa que valga la pena.
Es muy claro que hoy en día es la única persona en el mundo que puede evitar una guerra que podría reducir la humanidad al estado salvaje. ¿Debe pagar ese precio por un objetivo, por muy digno que pueda parecerle? ¿Escuchará el ruego de alguien que deliberadamente ha rechazado el método de la guerra, no sin considerable éxito? En cualquier caso espero su clemencia si me he equivocado al escribirle".
5. Elvis le pide a Nixon ser agente federal por su cuenta
El mundo está cambiando y el tupé de Elvis empieza a desentonar entre los hippies y el LSD. Preocupado, el cantante, que ya venía desarrollando su obsesión por los cuerpos de la autoridad norteamericanos, le escribe a Nixon para ofrecerse como “agente federal encubierto” a fin de paliar el problema de las drogas. Fue recibido por el presidente y, aunque sabemos que no logró su sueño, las fotos de aquel encuentro son de las más populares de la historia de la Casa Blanca. Aquí un fragmento:
Estimado señor presidente:En primer lugar me gustaría presentarme. Soy Elvis Presley y le manifiesto mi admiración y el profundo respeto que me merece su cargo. Hace tres semanas hablé con el vicepresidente Agnew en Palm Springs y le transmití mi preocupación por nuestro país. La gente del mundo de las drogas, los hippies, el SDS, los Panteras Negras, etc., no me consideran su enemigo o, como lo llaman ellos, el establishment. Yo lo llamo América y lo amo.Señor, puedo ayudar a mi país, y para ello haré cuanto esté en mi mano. No tengo otras inquietudes o motivos que no sean ayudar a mi país. Así pues, no deseo recibir título ni nombramiento alguno. Puedo hacer más, y lo haré, si actúo como agente federal por mi cuenta, y echaré una mano a mi manera, comunicándome con personas de todas las edades. Antes que nada soy artista, pero sólo necesito una acreditación como agente federal".
6. Perdona, MTV, mi musa no es un caballo. Fdo: Nick Cave
No se puede tener más gracia rechazando un premio que la que demostró Nick Cave en el 96. El álbum Murder Ballads le había catapultado al mainstream, lo que le valió una nominación para un premio de la cadena televisiva MTV. No le hizo ni la menor gracia, así que lo rechazó con este documento del que reproducimos un pasaje. El propio Cave leyó la carta en un evento organizado por Letters of Note, al que corresponde el vídeo:
Mi relación con mi musa es delicada en el mejor de los casos y tengo la sensación de que debo protegerla de las influencias que puedan herir su naturaleza frágil.Ella se presenta ante mí con el regalo de una canción y yo a cambio la trato con el respeto que creo que merece. En este caso eso implica no someterla a las indignidades del juicio y la competición. Mi musa no es un caballo y yo no participo en ninguna carrera".
7. Hey, Marlon Brando, aquí Kerouac, hagamos una peli
En 1957, antes de que On the road tuviera de verdad una película, a Kerouac se le ocurrió pedirle a Brando que moviera los hilos para que la adaptación fílmica de su novela recién publicada viera la luz. El actor haría de Moriarty y el escritor beat de Sal. Brando nunca le contestó. Pobre. Aquí, parte de lo que le sugería:
Apreciado Marlon:
Rezo por que compres En el camino y la conviertas en una película. No te preocupes por la estructura, yo sé cómo condensarla y reordenar la trama un poco para darle una estructura perfectamente aceptable para una película: convertirlo todo en un solo viaje, en vez de la suma de viajes del libro, que van de costa a costa, un solo viaje de ida y vuelta, de Nueva York a Nueva Orleans, pasando por Denver, Frisco y México, y de vuelta a Nueva York. Ya me imagino las bellas tomas que se podrían filmar con la cámara en el asiento delantero del coche, mostrando la carretera (día y noche) que se extiende ante el parabrisas mientras Sal y Dean cotorrean. Quería que interpretaras ese papel porque Dean (como ya sabes) no es un colgado fanático de los coches, sino un irlandés inteligente de verdad (jesuita, de hecho). Tú interpretas a Dean y yo a Sal (la Warner Bros propuso que yo interpretara a Sal) y yo te enseñaré cómo se comporta Dean en la vida real, no podrías ni empezar a imaginártelo sin una buena imitación".
8. De un niño llamado Fidel Castro a Rooselvelt
Tenía 14 años, no 12 como aseguraba en su texto, pero probablemente sería todavía un chaval barbilampiño. Quedaban 13 años para que liderara la revolución y, un día, en su colegio, se decidió a coger papel y boli para escribirle con su caligrafía cursiva al presidente de Estados Unidos. ¿Motivo? Quería 10 dólares. Le dieron acuse de recibo, pero sin enviarle uno de los verdes, claro. No es que la traducción esté mal, es que, como él mismo advierte desde el principio, no sabía mucho inglés.
Santiago de Cuba
6 de noviembre de 1940
Sr. Franklin Roosvelt, Presidente de Estados Unidos.
Mi buen amigo Roosvelt, no sé muy inglés, pero sí sé bastante para escribirte.
Me gusta oír la radio, y estoy muy feliz, porque oí en la radio que serás presidente por un nuevo (período).
Tengo doce años. Soy un chico, pero pienso mucho, pero no pienso que escribo al presidente de Estados Unidos.
Si quieres, dame un billete de diez dólares verde americano, en la carta, porque he visto nunca un billete de diez dólares verde americano y me gustaría tener uno.
Mi dirección es:
Sr. Fidel Castro Colegio de Dolores Santiago de Cuba Oriente Cuba
No sé muy inglés, pero sé muy mucho español, y supongo que tú no sabes mucho español, pero conoces mucho inglés porque es americano, pero yo no soy americano.
(Muchas gracias) Adiós. Tu amigo,
(Firmado) Fidel Castro
Si quieres hierro para hacer tus varcos barcos yo te enseño las (minas) de hierro más grandes del país. Están en Mayarí Oriente Cuba".
Los historiadores dividen la presencia vikinga en la peninsula iberica en tres fases: un primer período de
«penetración indirecta», con el fin de obtener información y el mercadeo
de esclavos; una segunda fase, dividido en dos períodos de sucesivas
invasiones durante los siglos IX (en la España musulmana), X y XI (en la España cristiana), seguida de una tercera fase, de asentamientos.Pero ahora, y es el motivo de este post, se narrará la que se considera la mayor campaña de saqueo de los viquingos, ocurrida durante el 844 de nuestra era.
Efectivamente, a finales de julio de tal año, se avista una gran flota vikinga en la costa de Gijón, aunque no desembarcaron salvo para obtener agua (otras fuentes afirman que tras un strandhögg, una táctica de guerra vikinga basada en una primera incursión de espionaje seguida de un ataque relámpago en zonas costeras -al estilo de los modernos comandos-, Ramiro I de Asturias fue capaz de rechazar el ataque). Sea como fuere, el caso es que los vikingos sí que logran desembarcar en el Farum Brigantium, nombre por el que se conocía al actual faro de la Torre de Hércules y se adentran en la comarca de Chantada. Tras abandonar La Coruña, la flota, de entre 80 y 100 naves, llega a Lisboa.
El 20 de agosto del año 844, en las costas occidentales de al Andalus, numerosas velas blancas fueron avistadas en el mar enfrente de la ciudad musulmana de Lisboa. Se trataba de los al-Urdumâniyyun, o Nordumâni. Los normandos, piratas vikingos, de los que los andalusíes conocían historias a través de los cristianos norteños, aparecían por primera vez ante sus ojos. Habían escuchado relatos que hablaban de ataques despiadados, muertes brutales, y un rastro de sangre a su paso. Pero hasta entonces para todos ellos se trataba de cuentos que circulaban de boca en boca. Sin embargo, ahora, la realidad se abría paso en Lisboa, donde una de sus escuadras se desplegaba en el puerto dispuesta al combate.
El 20 de agosto del año 844, en las costas occidentales de al Andalus, numerosas velas blancas fueron avistadas en el mar enfrente de la ciudad musulmana de Lisboa. Se trataba de los al-Urdumâniyyun, o Nordumâni. Los normandos, piratas vikingos, de los que los andalusíes conocían historias a través de los cristianos norteños, aparecían por primera vez ante sus ojos. Habían escuchado relatos que hablaban de ataques despiadados, muertes brutales, y un rastro de sangre a su paso. Pero hasta entonces para todos ellos se trataba de cuentos que circulaban de boca en boca. Sin embargo, ahora, la realidad se abría paso en Lisboa, donde una de sus escuadras se desplegaba en el puerto dispuesta al combate.
Los cronistas árabes que recogen el más terrible ataque normando contra al Andalus mencionan que el número de sus barcos rondaba los ochenta, de los que cincuenta y cuatro eran de grandes dimensiones, y los otros restantes más ligeros. Conocedor de su mala fama, el gobernador de Lisboa, Ibn Hazm, luchó con ellos bravamente, rechazándoles después de varios días de encarnizados choques. Apenas las velas desaparecieron en el horizonte, en dirección al sur, Ibn Hazm escribió una carta al emir de Córdoba, Abd alRahmân, en la que le informaba de estos sucesos y le advertía de la próxima aparición de las bestias del norte que, si eran ciertas sus noticias, se disponían a golpear el más al sur.Después de sitiar a Lisboa durante tres días, pasadas catorce noches del mes de septiembre del 844, los vikingos ya se habían apoderado de Qabpil, la Isla Menor, en Cádiz. , para dirigirse después tierra adentro hasta Medina Sidonia. Suben después por el Guadalquivir dispuestos a saquear y destruir Sevilla, y aun la mismísima capital de al Andalus si sus fuerzas se lo permiteran. Cuatro naves se separaron de la flota principal, para inspeccionar el territorio hasta la localidad de Coria del Río, donde desembarcaron y dieron muerte a todos sus habitantes a fin de impedir que tuvieran tiempo de advertir a los suyos. El camino hacia su fortuna estaba libre.
Apenas transcurridas tres jornadas desde su desembarco, el 3 de octubre, los normandos decidieron remontar por fin el Guadalquivir hacia Sevilla, conocedores de las riquezas que albergaba. Para entonces, sus habitantes se disponían a la defensa solos, sin un caudillo militar claro que guiase su ejército, pues el gobernador de la ciudad les había abandonado a su suerte huyendo a Carmona. Los musulmanes sevillanos se encontraban, por tanto, a merced del peor de los enemigos.
Advertidos de esta deserción y de la escasa preparación militar de quienes se habían quedado a resistir su ataque, los hombres del norte marcharon hasta los arrabales de la ciudad con sus naves. Desde ellas, aprovechando su ventaja, dispararon sucesivas tandas de flechas contra los sevillanos, hasta romper su cohesión y provocarles el mayor de los desconciertos. Conseguido su propósito, abandonaron las embarcaciones para luchar cuerpo a cuerpo con ellos, seguros de su victoria.La matanza y el saqueo duraron unos siete días. Una semana en la que los más fuertes huyeron, escapando cada uno por su lado, y los más débiles cayeron en las garras de los vikingos. Mujeres, niños y ancianos desvalidos fueron pasados a cuchillo y violados. A algunos de ellos se les perdonó la vida, aunque su destino era también estremecedor: la esclavitud. Cargados con el botín y los prisioneros, regresaron a sus naves para volver al seguro campamento de Qabpîl.
No contentos, volvieron a Sevilla en una segunda oleada, esperando aumentar el número de cautivos entre los desafortunados que regresaran a sus hogares al considerar que los ataques habían cesado. No encontraron más población que un puñado de viejos, que se habían reunido en una mezquita para rezar por los suyos y hacerse fuertes. De nada sirvieron sus oraciones: los normandos tomaron a la fuerza el lugar santo y su sangre bendijo la tierra de aquel lugar que, a partir de entonces, pasó a llamarse “la Mezquita de los Mártires”. Durante casi dos meses camparon totalmente a su antojo, desolando y sembrando el pánico entre los andalusíes. Todo ello hasta que, en noviembre, el emir ‘Abd alRahmán consiguió movilizar un ejército lo suficientemente fuerte para plantarles cara. Parte de esta tropa, al mando de Ibn Rustum y otros generales, pronto alcanzó la comarca del Aljarafe sevillano, donde en un fustigamiento conjunto de caballería e infantería, consiguieron desconcertar plenamente a sus enemigos. Coordinaba los esfuerzos musulmanes Nasr, favorito del príncipe omeya, quien dispuso una emboscada para terminar de una vez por todas con aquella amenaza.
Mientras algunos de los soldados provocaban con sus escaramuzas a los vikingos en los alrededores de la ciudad, el grueso del ejército andalusí esperaba a que aquellos valientes atrajeran a los normandos a un lugar llamado Tablada, al sur de Sevilla (donde hasta hace poco hubo un aeropuerto militar). Confiados en su notable superioridad numérica y como guerreros que eran y se sentían, los hombres del norte mordieron el anzuelo y descendieron con sus naves el río Guadalquivir en persecución de aquellos que habían osado provocarles. Al llegar a la aldea de Tejada desembarcaron y el cielo se abatió sobre ellos.
Apenas transcurridas tres jornadas desde su desembarco, el 3 de octubre, los normandos decidieron remontar por fin el Guadalquivir hacia Sevilla, conocedores de las riquezas que albergaba. Para entonces, sus habitantes se disponían a la defensa solos, sin un caudillo militar claro que guiase su ejército, pues el gobernador de la ciudad les había abandonado a su suerte huyendo a Carmona. Los musulmanes sevillanos se encontraban, por tanto, a merced del peor de los enemigos.
Advertidos de esta deserción y de la escasa preparación militar de quienes se habían quedado a resistir su ataque, los hombres del norte marcharon hasta los arrabales de la ciudad con sus naves. Desde ellas, aprovechando su ventaja, dispararon sucesivas tandas de flechas contra los sevillanos, hasta romper su cohesión y provocarles el mayor de los desconciertos. Conseguido su propósito, abandonaron las embarcaciones para luchar cuerpo a cuerpo con ellos, seguros de su victoria.La matanza y el saqueo duraron unos siete días. Una semana en la que los más fuertes huyeron, escapando cada uno por su lado, y los más débiles cayeron en las garras de los vikingos. Mujeres, niños y ancianos desvalidos fueron pasados a cuchillo y violados. A algunos de ellos se les perdonó la vida, aunque su destino era también estremecedor: la esclavitud. Cargados con el botín y los prisioneros, regresaron a sus naves para volver al seguro campamento de Qabpîl.
No contentos, volvieron a Sevilla en una segunda oleada, esperando aumentar el número de cautivos entre los desafortunados que regresaran a sus hogares al considerar que los ataques habían cesado. No encontraron más población que un puñado de viejos, que se habían reunido en una mezquita para rezar por los suyos y hacerse fuertes. De nada sirvieron sus oraciones: los normandos tomaron a la fuerza el lugar santo y su sangre bendijo la tierra de aquel lugar que, a partir de entonces, pasó a llamarse “la Mezquita de los Mártires”. Durante casi dos meses camparon totalmente a su antojo, desolando y sembrando el pánico entre los andalusíes. Todo ello hasta que, en noviembre, el emir ‘Abd alRahmán consiguió movilizar un ejército lo suficientemente fuerte para plantarles cara. Parte de esta tropa, al mando de Ibn Rustum y otros generales, pronto alcanzó la comarca del Aljarafe sevillano, donde en un fustigamiento conjunto de caballería e infantería, consiguieron desconcertar plenamente a sus enemigos. Coordinaba los esfuerzos musulmanes Nasr, favorito del príncipe omeya, quien dispuso una emboscada para terminar de una vez por todas con aquella amenaza.
Mientras algunos de los soldados provocaban con sus escaramuzas a los vikingos en los alrededores de la ciudad, el grueso del ejército andalusí esperaba a que aquellos valientes atrajeran a los normandos a un lugar llamado Tablada, al sur de Sevilla (donde hasta hace poco hubo un aeropuerto militar). Confiados en su notable superioridad numérica y como guerreros que eran y se sentían, los hombres del norte mordieron el anzuelo y descendieron con sus naves el río Guadalquivir en persecución de aquellos que habían osado provocarles. Al llegar a la aldea de Tejada desembarcaron y el cielo se abatió sobre ellos.
Allí les aguardaba emboscado Ibn Rustum, con el grueso de sus soldados. Apenas los normandos superaron su posición y le ofrecieron la espalda, les salió al encuentro mientras los perseguidos musulmanes detenían su huida para encararse con sus perseguidores. Atrapados entre dos fuegos, los vikingos no pudieron sino luchar por sus propias vidas contra hombres que buscaban venganza por la sangre de los suyos.
Aquella atroz derrota les supuso la mayor de las humillaciones que hasta entonces habían recibido en toda Europa. Sobre el campo de batalla quedaron más de mil cadáveres de normandos, y cerca de cuatrocientos fueron capturados para escarnio de todos. Mientras los supervivientes escapaban profundamente aterrorizados hacia sus naves, abandonando más de treinta embarcaciones en la huida, Ibn Rustum ordenó la decapitación ejemplar de los prisioneros supervivientes a la vista de sus camaradas. El fuego acabó sobre el Guadalquivir con las naves vacías mientras algunas de las cabezas cortadas eran enviadas al emir ‘Abd al-Rahmân y otras, clavadas en picas o en palmeras, permitieron hacer saber a los sevillanos que su sufrimiento había llegado a su fin, que los asesinos de sus seres más queridos ahora les miraban desde las cuencas de sus ojos vacíos.
Ibn Rustum fue premiado, Nasr, favorito del príncipe, encumbrado a lo más alto. Se compusieron poemas en loor de aquella victoria sin igual.
El recuerdo de aquel oscuro episodio no terminó aquí. Las murallas de Sevilla fueron reforzadas y fortificadas, se repararon los daños causados por los normandos en las mezquitas, los baños y las casas. El puñado de hombres del norte que consiguió salvar la vida y escapó por tierra hasta Carmona y Morón, fue arrinconado por Ibn Rustum, que les forzó a rendirse y convertirse al Islam. Asentados en el valle del Guadalquivir, se especializaron en la cría de ganado y en la producción de leche y sus derivados. Sus quesos se convirtieron en más que famosos en aquellos tiempos. Años después, en el 859, Sevilla volvió a sufrir un nuevo ataque, que terminó con el incendio de la mezquita de Ibn ‘Addabâs (actual iglesia de San Salvador). La respuesta del emir de al Andalus fue dura y contundente: durante esos mismos años había ordenado la construcción de una flota de guerra capaz de frenar aquella amenaza y no dudaría en enfrentarla con los mejores marinos del Islam a quien se atreviera a atacar Sevilla. Cuentan las crónicas que juró arrasar sus bases y sus tierras del norte si osaban volver a derramar la sangre de un solo andalusí. Aquella advertencia parece que sí caló en el ánimo de los vikingos, pues durante largos años no se documentaron más strandhógg, como llamaban en su lengua a estas campañas de saqueo.
Mientras, al Andalus se poblaba de atalayas y fortalezas en la costa para vigilar el mar, y los hijos de aquellos hombres del norte pasaban a engrosar las filas de los servidores de los Omeyas como soldados de élite destinados a proteger al príncipe. Tales medidas consiguieron su fruto, ya que los musulmanes hispanos lograron rechazar los ataques de los vikingos durante el siglo X.
Y al mismo tiempo que los grandes cronistas recogían los éxitos de las armas musulmanas de la peninsula iberica y el valor de los sevillanos, el recuerdo de la derrota quedó en el fondo histórico de la nórdica saga de Ragnar, y en el silencio de las restantes fuentes normandas.
El deportista mejor pagado de la historia no ha sido ni Messi ni Ronaldo
¿Quién es el atleta que más dinero gana en la actualidad? Según Forbes, se trata del boxeador Floyd Mayweather, con unas ganancias aproximadas de 85 millones de dólares. Le siguen su archirrival Manny Pacquiao, el golfista Tiger Woods y la estrella de la NBA Lebron James. Sin embargo, ninguno de sus botines es comparable al que llegó a reunir el deportista mejor pagado de todos los tiempos. Y curiosamente, su nombre resultará para muchos menos familiar que cualquiera de los anteriores.
Hablamos de Cayo Apuleyo Diocles (Gaius Appuleius Diocles), nacido en el año 104 en Augusta Emerita, capital de la provincia hispana de Lusitania. Su curiosa historia nos la cuentan en el blog Knowledge Nuts. La disciplina en la que se especializó la habrás intuido al ver la ilustración sobre estas líneas, obra del ilustrador italiano Severino Baraldi. En efecto, Diocles fue el más glorioso auriga de la historia, con nada menos que 1.462 victorias en las 4.257 carreras en que tomó parte.
El porcentaje de triunfos es superior a un 34%, registro aún más espectacular si consideramos que fue segundo o tercero en otras 1.438 galopadas. Durante los 24 años que duró su trayectoria, Diocles hizo enloquecer a las masas con sus sprints finales, remontando posiciones en los últimos metros para terminar sometiendo a sus adversarios. Sus cualidades y su fama le convirtieron en un hombre rico y poderoso, un auténtico magnate de su época.
Cuando decidió colgar las riendas, Diocles había acumulado premios por valor de 35.863.120 sestercios, que al cambio actual serían más de 13.600 millones de euros. Una cifra inalcanzable en nuestros días, que demuestra la relevancia que llegó a adquirir el atleta lusitano. Estos datos se conocen precisamente porque, cuando anunció su retirada a los 42 años, fue homenajeado con un monumento en su recuerdo en la ciudad de Roma.
Si has visto la película Ben-Hur, un clásico dirigido por William Wyler y estrenado en 1959, seguro que recuerdas los carros de cuatro caballos empleados en la carrera en que se ambienta una de las escenas más celebradas. Así eran los vehículos empleados por el imparable Diocles. Eso sí, la historia también nos cuenta que sus habilidades no trascendían mucho más allá del ámbito del deporte, porque era analfabeto y hombre de escasa cultura.
La aterradora leyenda de la mayor matanza hecha por animales
El 19 de febrero de 1945 en la isla Ramree, en Birmania, tuvo lugar una auténtica matanza, una catástrofe que llegó a ser incluida en el Libro Guinness de los Récords como 'El mayor desastre causado por animales en toda la historia'. Cerca de un millar de soldados japoneses pudieron encontrar allí la muerte devorados por cocodrilos.
La historia, que conocemos a través del blog Slate, tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial. La conocida como 'Batalla de la Isla Ramree' se prolongó durante unas seis semanas entre enero y febrero de 1945, cuando el ejército aliado lanzó una ofensiva para recuperar ese territorio, controlado desde 1942 por el Ejército Imperial de Japón. Tanto Ramree como una isla vecina llamada Cheduba eran considerados puntos estratégicos para la construcción de bases aéreas.
Después de varias semanas de enfrentamientos en la costa, las tropas británicas lograron desembarcar en la isla Ramree; y en la noche del 19 de febrero de 1945 obligaron a los soldados japoneses a retroceder hacia el interior. Una zona repleta de manglares, pantanosa, oscura y con un peligro latente: los cocodrilos de agua salada. Animales salvajes y hambrientos que no tuvieron piedad de los nipones, en su mayor parte exhaustos y enfermos.
Fue uno de los participantes en la batalla, un naturalista llamado Bruce Stanley Wright, quien difundió la versión que afirma que los reptiles se dieron un sangriento festín a costa del ejército japonés. «Esa noche fue la más terrible que cualquiera de nosotros haya vivido. Entre el sonido de los disparos podían oírse los gritos de los hombres heridos, atrapados en las fauces de los cocodrilos; y el inquietante ruido de los cocodrilos girando creaba una cacofonía infernal que rara vez se ha igualado. Al amanecer llegaron los buitres para limpiar lo que los cocodrilos habían dejado», relató Wright.
Lo cierto es que sólo fueron capturados veinte de los entre 900 y 1000 soldados japoneses que había en la isla Remree. No se conocen testimonios directos de aquellos supervivientes, pero sí existen habitantes de la zona que han desmentido la historia contada por Bruce Stanley Wright. En cualquier caso, más allá de las cifras, el relato de aquel baño de sangre ha marcado para siempre a Remree como una isla maldita. Y eso que la caza furtiva ha reducido prácticamente a cero la población actual de cocodrilos